miércoles, 15 de diciembre de 2010

Luis Enrique Délano. Sobre todo Madrid


A Poli Délano

Se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que Luis Enrique Délano era feliz en Madrid, donde trabajaba e incluso cantaba, (A las dos de la madrugada, en otra taberna, la de la Palma, donde todos cantamos, aunque parezca mentira Délano cantó canciones chilenas y yo argentinas[1]), donde escribía, compartía y aprendía. Sobre todo, aprendía a vivir. Todas las ciudades enseñan cosas. Yo lo he llegado a saber. Cada una de aquellas en que he vivido me dejó algo, un sedimento de calor, una lección de lo que es la resistencia humana, de lo que son los hombres frente a la alegría o en presencia de la dureza de la vida. Sobre todo Madrid. Precisamente así tituló uno de sus libros de memorias; Sobre todo Madrid. Aunque son varias las crónicas y artículos en que el escritor evoca esos años y esa ciudad. Uno de ellos, publicado a tres años de su regreso a Chile, lo inicia añorando la ciudad de acogida. Madrid vive en mí, con recuerdos que se hacen cada vez más tirantes, más urgentes. Recuerdos que se traducen en un afán de volver a ver la querida y gloriosa ciudad, y en un temor, bien justificado, por cierto, de encontrar un Madrid que no era el mío, el que mi corazón amaba.[2]

Délano conoció la ciudad de extremo a extremo. Desde el viejo Madrid, aquel en que vivió sus primeros meses en la calle de los Mancebos, el de las calles estrechas, de los Mercados, el Rastro, la Plaza de la Cebada, la calle de cuchilleros, hasta la Ciudad Universitaria, en ese entonces de reciente construcción. Muchas veces caminó, de regreso a su casa, por la calle de la Paloma, con posadas de tres siglos de antigüedad, en la que estaba el famoso Mesón del Segoviano, donde arrieros y turistas comían el mismo cocido a la madrileña. En ese Mesón había un viejo álbum en el que firmaban los forasteros de cierta categoría. Una noche, curioseando en él, Délano encontró los nombres de sus compatriotas: Joaquín Edwards Bello, Galileo Urzúa, Alfredo Lobos y Alfredo Condon, aquel funcionario chileno que recibió los primeros manuscritos de Residencia en la Tierra, cuando Neruda estaba aislado en Oriente.

Sin ser un asiduo de bares y cafés, Délano acudió más de una vez a aquellos lugares que se hicieron famosos por las reuniones y tertulias que en ellos se celebraban. El de la Granja de Henar, por ejemplo, donde iba muy a menudo Valle Inclán y donde podía encontrarse al poeta Rafael Alberti y al dramaturgo Jacinto Grau, o al café de la calle San Bernardo, que albergaba a don Antonio Machado, a Pío Baroja y los demás sobrevivientes de la generación del '98; la Cervecería de Correos, frente al Palacio de Comunicaciones, donde se reunía la peña de Federico García Lorca; Pombo, en la calle Carretas, cerca de la Puerta del Sol, en la que el protagonista era Ramón Gómez de la Serna; el café España, en el que se reunían los amigos de Neruda; la bodega oscura y pintoresca de Calatrava, donde conoció a Augusto D'Halmar y en la que servían unos caracoles guisados que sabían a gloria. Alguno de esos sitios fue más cercano al carácter de Délano. Es el caso de La Taberna de Pascual, en la calle de la Luna, donde se cantaba, se bebía buen vino y se podía estar la noche entera oyendo cantar a los otros; o la Taberna de Vicente, que se caracterizaba por sus tapas y por la rapidez con que llenaban los vasos puestos en hilera encima del mostrador. En los días en que el dinero era escaso, las cenas se hacían en un pequeño bar de la calle Hilarión Eslava, muy cerca de la Casa de las Flores. Por una peseta les servían un bistec con porotos blancos estofados y un vaso de vino y, lo más agradable del sitio, según Délano, es que no hacía falta avisar cuando iban a quedar debiendo el consumo. Bastaba con un leve movimiento de cejas para que el dueño del establecimiento comprendiera. Y así, cien y una taberna conocidas en aquel Madrid mágico. Y si había alguna que no se conocía, se descubría. Uno de los placeres del grupo de amigos era descubrir nuevas bodegas y sitios agradables.

Neruda descubrió una noche una taberna que tenía un nombre ilustre: Picasso, especializada en excelente vino añejo a dos pesetas la botella. La subían desde la cueva, chorreando telarañas. El secreto de este Picasso consistía en dejar descansar por años las botellas de vino corriente en su bodega. El tiempo iba dotando al vino de dulzor y categoría.[3]

Sin embargo, una de las calles de recuerdos más entrañable para Délano en aquel viejo Madrid, es la de la Fuente del Berro, y no por que allí hubiera algún café o taberna famosa por sus tertulias. En esa calle se situaba la Maternidad María Cristina, en la que el 22 de abril de 1936 nació Poli, su único hijo. El padre evoca el debate con su esposa por el nombre que debía llevar el primogénito. Cuando la encargada de estadística de la maternidad le preguntó qué nombre le pondrían, tuvo en los labios la palabra Policarpo. Era natural, así le comenzó a llamar Neruda y así le llamaban desde varios meses antes. Un gesto de Lola lo detuvo.

‑No le vamos a poner Policarpo... ‑dijo Lola.

‑¿No?

‑¡Cómo se te ocurre! Es un nombre muy estrafalario. Cuando grande nos maldeciría.

-¿Y qué diablos hacemos? Hay que inscribirlo ahora. Si no, será hijo ilegítimo.[4]

Lo inscribieron con el nombre de su padre: Enrique. Pero le llamaron Poli por siempre. Con los años, Poli se convirtió en un portentoso narrador y en el orgullo de sus padres. Además, contrariamente a lo que pudo pensar alguna vez Lola Falcón, nunca los maldijo por haberle dado ese nombre.

De la tierra en que pacen las bestias

y cuya superficie el viento dora,

de esa misma región hecha de lodo y hierba

ha venido a situarse entre mis brazos.

¡Cómo le espanta el viento de los trenes,

cómo lo sobresaltan los ruidos que empuja la noche!

Hay en mi pecho un temblor que se mete en mis huesos

cada vez que la pura frente alza y abre los ojos mudos.

En él que es de la tierra, los vientos se entrecruzan

y resbalan las roncas tempestades.

En él veo los rostros de generaciones distantes,

generaciones difuntas, con el cabello vencido

y ropas de ceniza que ya no se sostienen.

Veo lejanos seres de tierras congeladas,

navegantes, soldados, rubios exploradores,

Délanos decorados con encendidas barbas

cuyos huesos descansan al fondo del océano.

¡Ah camarada mío, en él me veo yo

como era, como soy, como seré en la muerte,

tendido, en abandono, hacia el aire los ojos!

Luego, cuando sonríe, ¡oh propicia ternura,

oh pedazo de tierra salvaje y silenciosa,

yo por esa sonrisa, por conservarla siempre,

daría hasta las últimas raíces de mi vida![5]

Lola Falcón y Luis Enrique Délano ya eran padres. Responsables y orgullosos padres. Quizá éste profundo sentimiento hizo que Luis Enrique, algunos años después, evocara con ternura la figura de una niña, que no tuvo la fortuna que tuvo su hijo:

La recuerdo como a una niña pálida, de cabellos y ojos oscuros, como los de su padre. ¿Los rasgos nórdicos de su madre no se reflejaron en ella? Pensándolo bien, quizá la forma de la cara era la de Maruca. La recuerdo en su cuna y en el cochecito en que su madre la llevaba al parque, el Parque del Oeste, que era el que quedaba más cerca de la Casa de las Flores ‑una especie de edificio Condesa del Madrid de esa época‑, donde vivía la familia... No hablaba, solamente miraba con sus ojos grandes y dulces, como asustados. ¡Y cantaba! Su madre, que era muy entonada, le había enseñado a cantar y la niña seguía la melodía de las canciones también con muy buen oído.[6]

Haciendo gala de su bien ganada fama de memorialista acucioso, recordaría en México a Malva Marina Trinidad, la única hija de Neruda, nacida en el turbulento y mágico Madrid de aquellos años.

*Extraído del libro "Luis Enrique Délano. Profesional de las distancias", (Inédito) de mi autoría.


[1]Raúl González Tuñón. Recuerdo de Miguel Hernández. Aurora de Chile Nº 13, Santiago, 4 de agosto de 1939. p.2.

[2]Luis Enrique Délano. Madrid. Revista Qué Hubo Nº 5, Santiago, 11 de julio de 1939. p.22.

[3]Ibíd.

[4]Luis Enrique Délano. Sobre todo Madrid. ob. cit.

[5]Luis Enrique Délano. El Hijo. La Hoja Verde, Nº1, Santiago, Marzo 1991.

[6]Revista Araucaria de Chile Nº 28, Madrid, 1984.

viernes, 5 de noviembre de 2010

CENTENARIO DE MIGUEL HERNÁNDEZ

LOS CIEN AÑOS DE UN POETA. HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ

30ª Feria Internacional del Libro de Santiago. Centro Cultural “Estación Mapocho”- Santiago de Chile • 11, 12 y 13 de noviembre 2010

Organizan: Consejería Cultural de la Embajada de España y Fundación Pablo Neruda

PROGRAMA

Jueves 11 de noviembre

19:00 ACTO INAUGURAL de “Los Cien Años de un Poeta: Homenaje a Miguel Hernández”
Bienvenida y Presentación del Encuentro.
Intervienen: Fernando Sáez, Director Ejecutivo Fundación Pablo Neruda.
José Carlos Rovira, Presidente Comisión Ejecutiva Centenario de Miguel Hernández
Juan Manuel Cabrera, Embajador de España en Chile
Con la participación del cantautor Joan Manuel Serrat
(Dirigirá unas palabras a propósito del centenario del poeta y del reciente lanzamiento de su segundo disco de canciones basadas en poemas de Miguel Hernández).

“Elegía” Recitada por el actor Humberto Duvauchelle.

RECITAL
“Eduardo Peralta canta a Miguel Hernández”
Recital poético musical del cantautor y trovador chileno.

Sala de las Artes de Estación Mapocho*
(*) Ingreso a la sala sólo con invitación.


Viernes 12 de noviembre

“CONVERSACIONES SOBRE MIGUEL HERNÁNDEZ”
Serie de cuatro coloquios hernandianos con la participación de un destacado panel de especialistas internacionales y nacionales.


18:30 1er. Coloquio: “Miguel Hernández en el contexto literario español de los años 30”
Participantes: Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático de la Universidad de Murcia, España; escritor / Nelson Osorio, profesor de la Universidad de Santiago de Chile.
Modera: Fernando Sáez, Director Ejecutivo de la Fundación Pablo Neruda, escritor.
Sala Camilo Mori

RECITAL
19:30 “Miguel Hernández en Música y Poesía”, recital poético musical presentado por Carlos Ledermann, concertista en guitarra flamenca (Gustavo López, en percusión) y el actor Humberto Duvauchelle.
Sala Camilo Mori


“CONVERSACIONES SOBRE MIGUEL HERNÁNDEZ”
20:00 2º Coloquio: “La relación de Pablo Neruda y Miguel Hernández”
Participantes: Serge Salaün, catedrático de la Universidad de la Sorbonne Nouvelle, París III, Francia / Julio Gálvez Barraza, escritor chileno.
Modera: Darío Oses, Director de la Biblioteca de la Fundación Pablo Neruda, escritor.
Sala Camilo Mori

Sábado 13 de noviembre

“CONVERSACIONES SOBRE MIGUEL HERNÁNDEZ”

11:30 3er. Coloquio: “Miguel Hernández ante la poesía latinoamericana”.
Participantes: José Carlos Rovira Soler, catedrático de la Universidad de Alicante y Presidente de la Comisión Centenario de Miguel Hernández, de España / María Inés Zaldívar, escritora y profesora de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Modera: Darío Oses, Director de la Biblioteca de la Fundación Pablo Neruda, escritor.
Sala Camilo Mori


12.30 4º Coloquio: “Sobre el significado y el valor de la obra de Miguel Hernández”.
Participantes: Francisco Escudero Galante, del Centro de Estudios Hernandianos, Elche, España; periodista y escritor / Andrés Morales, escritor y profesor de la Universidad de Chile.
Modera: Jaime Pinos, Director de la Casa Museo La Sebastiana, escritor.
CIERRE DEL ENCUENTRO
Sala Camilo Mori


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Panel de especialistas internacionales participantes en “Conversaciones sobre Miguel Hernández”

Participantes España:

1. José Carlos Rovira
2. Francisco Javier Díez de Revenga
3. Serge Salaün (Francia)
4. Francisco Escudero

Participantes Chile:

1. Nelson Osorio
2. Julio Gálvez Barraza
3. María Inés Zaldívar
4. Andrés Morales


Moderadores: Fernando Sáez, Darío Oses, Jaime Pinos.

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OTRAS ACTIVIDADES:

• Coloquio en la CASA MUSEO LA SEBASTIANA, Valparaíso, organizado por la Fundación Pablo Neruda.
Martes 9 de noviembre, 19,00 horas. Miguel Hernández y Chile. Participan: José Carlos Rovira, catedrático de la Universidad de Alicante y Presidente de la Comisión Centenario de Miguel Hernández, de España y Julio Gálvez Barraza, escritor e investigador.

sábado, 16 de octubre de 2010

PERIODISTA NECESARIO


Nibaldo Mosciatti, periodista de Radio Bio Bio fue galardonado con el Premio Embotelladora Andina 2010. Su discurso, al recibir el premio, no tiene desperdicio.
Desde un comienzo, Mosciatti disparó contra la Universidad Católica, la Iglesia, la dictadura, los militares y los periodistas al servicio de las relaciones públicas y el poder. Me parece un texto necesario y digno de estudio para futuros periodistas, por eso lo cuelgo en este Blog:

Como el orden de los factores SÍ altera el producto, este discurso comienza así: ¡Familia!, Constanza y retoños, amigas y amigos, queridos auditores, añorados lectores, circunstanciales televidentes, jurado del premio, embotelladora del premio (siempre hay que ser bien educado), autoridades varias y vagas; autoridades en la vaguedad. O sea, en la distancia. Amablemente.

Este texto consta de tres partes. A saber: agradecimientos, reflexiones sobre el oficio y, finalmente, piloto para un espacio de radio de trasnoche. Vamos, pues…

1.- Agradecimientos:

Quiero agradecer a mis maestros. A los que, primero, me enseñaron. Quiero agradecer a mis padres. El rigor de la Loli y la fantasía de Pocho. La perseverancia y pasión de ambos. El aprendizaje de ver pasar el río, de plantar algunos árboles. El vivir la vida sin ambición por el dinero, ni ínfulas sociales.

En este oficio de periodista quisiera haber heredado una pizca del talento, la sensibilidad y la rebeldía de mi padre. Sin esas cualidades, el periodismo se convierte en otra cosa: en una simple reproducción de discursos, en un engranaje más de las máquinas de los poderes y los poderosos, en esa cosa amorfa, triste, gelatinosa, y, a veces, ruin y malvada, que son las relaciones públicas o todo tipo de comunicación que está al servicio de unos pocos en detrimento de la mayoría anónima.

Quiero agradecer, andando ya el camino, a algunos profesores. De mi colegio: Lamiral, Varela, Tolosa, Fierro, Boutigieg, Pilon, Biancard. La añoranza de ese espacio de libertad cuando la libertad escaseaba.

Y de la Universidad… allí, en verdad, gracias a pocos. Es más, si hablo largo terminaría a los garabatos y repudiando a muchos de esa Universidad Católica, la UC de aquella época, puta prístina de la dictadura, con sus sapos, sus silencios cómplices, sus injusticias mofletudamente bendecidas, bendecidas por sus monseñores y sus autoridades venenosas que no se arrugaban en tolerar, avalar y alentar la brutalidad para preservar el orden, que era un orden chiquitito, orden sólo de ellos.

Doble mérito entonces para mis profesores de la Universidad a los que agradezco: Juan Domingo Marinello, Cacho Ortiz, Gustavo Martínez y los Óscares: Saavedra y el RIP González, lo que no es maldad, porque todos nos vamos a morir. Así es que RIP nomás.

Y, en el oficio, más gracias. Gracias a algunos que me apuntalaron, mostrándome matices de dignidad: Salvador Schwartzmann, Jaime Moreno Laval, Mario Gómez López, Gabriela Tesmer.

Los otros, los amigos que me enseñaron y que, por sobre todo, quiero: Andrés Braithwaite, el mejor editor de prensa escrita que haya conocido nunca; Pancho Mouat; los laberintos del pensamiento de Ajens; Pablo Azócar y el filo de su pluma; Rafael Otano y su erudición que te obliga a ubicarte donde siempre debe ubicarse un periodista, que es en la ignorancia; y Patricio Bañados, que me ha mostrado el valor de las convicciones y la decencia que debería imperar en este medio. Pero ustedes lo saben: NO impera.

En cuanto al premio mismo, gracias al premio, que permite esta convocatoria. Así veo a gente que quiero. Premio gracioso y gaseoso. Tan gracioso que creí que era pitanza. Premio de fantasía y bebestible, para mí, que me ufano de haberme criado bebiendo agua de un pozo alimentado por una napa subterránea que desciende al río Bío Bío desde la cordillera de Nahuelbuta. Agua pura.

Gracias, entonces, al jurado que me eligió. Gracias sinceras porque, por lo demás, no he postulado a premio alguno, lo que me indica que mi nombre les salió del corazón. O de la razón, lo que no sé si es mejor o peor, todavía.

Y gracias a la empresa que da el premio. Premiar periodistas es labor samaritana. Mejor que el Hogar de Cristo o la Teletón, en la medida en que no se convoque, paradójicamente, a la prensa.

Sugiero a la embotelladora que también se incluya, en galardones paralelos, a zapateros remendones, desmontadores de neumáticos en vulcanizaciones, panaderos, imprenteros, empastadores de libros, ebanistas y expertos en injertos de árboles frutales, para que se consolide la idea de que lo que se premia es el ejercicio de un oficio, el día a día de las letras, y no la ruma de certificados, con sus timbres y estampillas, ni la galería de cargos, ni, menos todavía, la trenza de contactos, pitutos, militancias, genuflexiones (para no usar imágenes obscenas) favores y deudas. Así debiera ser.

En suma, muchas gracias. Gracias por mí, pero también gracias por La Radio. Este premio es, en gran parte, mayoritaria parte -seamos sinceros-, un premio a Radio Bío Bío. Un premio a un proyecto que nació en 1958, en Lota, con radio El Carbón. Un proyecto que mi padre no sólo ideó, parió, construyó, afianzó y encauzó, sino que es un proyecto que sigue siendo fiel –y esperamos no tropezar nunca en ello– a lo que mi padre quiso. Eso es lo que más se merece un premio: la idea de un medio de comunicación al servicio de la gente, sin cálculos, sin ideas de trampolín para lanzarse a otra piscina. Señoras y señoras, muchas gracias.

2.- Reflexiones sobre el oficio:

Lo primero es que trataré de evitar, probablemente, sin éxito, el peligro de todo discurso, que es terminar pontificando. Imagínense: yo de pontífice. Pondría mis condiciones eso sí: fin al celibato y, por supuesto, me negaría a usar esas polleras que usan los pontífices. Báculo sí usaría: más de alguno con que me cruzo merece un garrotazo, y los báculos papales y obispales, a veces pesados con tanto oro, deben ser buenísimos para tal efecto.

Bien, no nos desviemos, aunque el tema provoque curiosidad malsana.

Entonces: evitar pontificar. Porque el periodismo debiera estar lo más lejos posible de los pontífices: los de las religiones, la política, los negocios, la banca, el capital, la revolución, la involución, las dietas, las verdades reveladas, las ideologías, la numerología y tantos etcéteras. O sea, lejos de las certezas. El periodismo sólo se sostiene en su falta de certidumbres, en la duda permanente, en el escepticismo, en la incredulidad.

Vivir poniendo en duda todo puede, es cierto, generar angustia. Pero si no se busca el poder, la certeza mayor que te da el poder y, por consiguiente, la posibilidad del abuso –porque eso es el poder: la posibilidad de abusar–; si no se busca esa certeza, se puede vivir de lo más bien.

¿Cómo vivir en el ejercicio de la duda? Aventuro una respuesta: haciéndolo desde la sensibilidad. Sensibilidad para entender al otro. Hacer el ejercicio de despojarse de lo propio –las ideas, los odios, las fijaciones– para intentar reconocer, conocer, entender lo ajeno.

Hay, al menos, dos periodismos. Voy a dejar fuera a esa manga de serviles que, por opción (libero de culpa a los que no tuvieron alternativa), fueron útiles plumíferos de la dictadura. Siempre he sostenido que en dictadura, hacer periodismo es hacer oposición. Si yo pretendiera hacer periodismo en China, hoy, sería agente opositor (y qué bueno que el Premio Nobel de la Paz se haya otorgado a un disidente chino).

Bueno, dejando de lado esto, repito que hay, al menos, dos periodismos: Uno, el que le habla a la gente, porque piensa en la gente y siente que está al servicio de ella. Otro, el periodismo que le habla a los poderes, porque vive en ese rincón restringido y cálido –pero nunca gratis– que los poderes guardan a ese periodismo. Es un rincón un poco humillante, como esas casuchas para los perros guardianes, que te guarece de la lluvia pero que incuba pulgas y garrapatas, pero allí nunca falta el tacho con comida. Sabe mal, pero alimenta. Y, en general, engorda.

Lo que entiendo por periodismo es lo primero: el periodismo es un ejercicio de antipoder. Repartir, difundir, democratizar la información que, si es tenida en reserva por unos pocos, constituye poder. ¿No les suena acaso la figura de “uso de información privilegiada”?

Mi convicción, entonces: lejos de los poderes, que el poder corrompe. Y a más poder o más dinero, más corrupción.

De lo mucho que le debo a mis lecturas –en rigor no he hecho más que repetir cosas que he considerado inteligentes y por otros dichas–, le debo a Albert Camus la mejor definición de patriotismo. Si la bandada de sujetos vociferantes que se dicen patriotas se aproximara a esa definición, algo de eso que se sueña como humanismo sería factible. Escribió Camus, a propósito de la resistencia francesa a la ocupación nazi:

“Fue asombroso que muchos hombres que entraron en la resistencia no fueran patriotas de profesión. Pero el patriotismo, en primer lugar, no es una profesión. Es una manera de amar a la patria que consiste en no quererla injusta y en decírselo”.

Uno podría cambiar el término patria por humanidad y patriotismo por humanismo. Y uno podría considerar que ese ejercicio de humanismo es el buen periodismo.

Para no subirse por el chorro, una advertencia: muchos periodistas estaban o están convencidos que el periodismo es la palanca o instrumento para generar un cambio social. Nica. O sea, no. Quienes piensan así exhiben, quizás sin darse cuenta, una arrogancia y un mesianismo temible. Allí no hay duda, ni cuestionamiento. Los cambios los hacen los pueblos, no el periodismo. Tratemos –termino igual como empecé–, tratemos de no pontificar.

3.- Piloto para un espacio radial en el trasnoche. ¡Invito a que me acompañe (en saxo) Nano González!

¿Por qué te premian? ¿Porque ya eres suficientemente viejo? ¿Por qué ya lo que dices son puras boludeces y tus dichos perdieron filo, agudeza, desparpajo, y te repites como un viejo gagá que no dice nada nuevo ni nada que escandalice? ¿Por eso te premian, porque la lengua te la comieron los ratones? O, mejor dicho, ¿porque tu lengua se pudrió, de desprendió, añeja, agria, inútil?

Sobrevuelas un pedazo de tierra, hermoso por lo demás (bueno, hermoso en lo que va quedando de hermoso, porque lo otro ya lo arrasaron) y te dicen: mira, esa es tu Patria. ¿Qué es eso? ¿Una Patria, La Patria, tu Patria? ¿Para despedazarla y repartirla? ¿Para prohibirla, censurarla, amordazarla? Será mejor, entonces, no tener Patria, y ahorrarnos uniformes, paradas militares, desfiles, aniversarios, profesionales ociosos de la guerra. No, no, no; mejor así: que los militares sigan siendo ociosos y que no ejerzan su trabajo. Digo: no a la guerra. Y agrego: mar para Bolivia, y con soberanía.

En cada uno de nosotros habita ese lobo que ve a los otros como ovejas, y quiere devorárselas. Pero no nos engañemos, los lobos son los lobos de siempre. Se les reconoce por el hedor que van dejando sus meados. No trates de domesticar al lobo. Sácale lustre, aliméntalo con carne cruda y no lo retengas cuando llegue la hora de las dentelladas. ¿Se acuerdan de ese coro, auténtico, maravilloso, porque ponía en duda el orden que es, como todo orden, en el fondo, una prisión? El coro decía: ¡va a quedar la cagada, va a quedar la cagada, va a quedar la cagada…!

Nosotros, asesinos. Esa cualidad última es la que se promueve. No veas al otro como un socio, olvídate del concepto de prójimo (salvo cuando vayas a ese teatro vacío que se llama iglesia). Gánate un espacio, desplazando a otro. Es una lógica asesina. Bienvenidos al carrusel de los depredadores. Nuestro futuro está escrito: feliz regreso al canibalismo.

¿Dónde están los que no están? Bueno, yo lo sé, porque así lo siento: en ningún lado, por algo no están. Chau, listo, se acabó… Pero están. En nuestros recuerdos, en la memoria. Me gustaría que estuviera aquí Galo Gómez. Galo Gómez hijo. Romántico y pendenciero, pero tan buen tipo que sus peleas eran pura bondad. Galito, ¿te mataste o te mataron? No, parece que fue la borrachera y el exceso de velocidad. Te mataste, entonces. Te echo de menos.

Luciérnagas en la noche. Bajo los boldos, vuelan encantadas las luciérnagas de mi niñez y juventud. No las vi por años, casi décadas, hasta que una noche reaparecieron. Allí, en la orilla del Bío Bío. ¡Luciérnagas en la noche de nuevo! Como un mensaje que dijera: no todo está perdido, no todo es derrumbe. La sobrevivencia de las luciérnagas como metáfora de la supervivencia de lo hermoso, de los sueños, de que sigan existiendo luciérnagas para los futuros niños.

Y sí… Quisiera volver a ser un niño. Vivir, aunque sin saber, que todas las posibilidades del mundo están abiertas y disponibles para mí. Eso es la niñez: la infinitud de rumbos, la ausencia, por el momento, de condicionamientos, directrices, guías. El primer día de colegio es el primer navajazo a esa infinitud. Quisiera volver a ser un niño, antes del colegio. Niño, niño. Puro horizonte, posibilidades infinitas. Quisiera ser niño. ¡Y sin premio!

viernes, 1 de octubre de 2010

NO AL CERCO INFORMATIVO


EPISTOLARIO
Fuentes: Revista Digital Provincia Virtual Nº 266

Carta al Presidente de Chile, fechada el 2 de septiembre de 2010

Señor: Sebastián Piñera Echenique
Presidente de la República
Palacio La Moneda
Santiago, Chile

Presente:
Lo primero que quiero decirle es que escribo esta carta con mucha tristeza. Mi nombre es Relmutray Cadin Calfunao, de 12 años de edad, en estos momentos vivo en Suiza, y desde el 10 de Septiembre del año 2008 estoy a la espera del resultado de mi solicitud de asilo político en este país. Soy la hija menor de la lonko Juana Calfunao Paillalef, presa política mapuche que se encuentra encarcelada en la cárcel de Temuco por más de 4 años, sentenciada por ofender a la autoridad.

A pesar de la buena conducta de mi madre, y no haber herido ni causado daño a nadie, las autoridades judiciales le han negado en tres ocasiones la solicitud de libertad incondicional. En estos momentos, mi madre está enferma, producto de las torturas, tanto físicas como psicológicas, de las que ha sido objeto durante su detención.

La mala salud de mi madre se ve agravada por la tristeza que la embarga al observar que la vida de su hijo Waikilaf, quien se encuentra en huelga de hambre por más de 50 días, se consume lentamente. Mi hermano Waikilaf se encuentra en huelga de hambre desde el 12 de julio, junto a otros 32 hermanos mapuches. Además de la tristeza que me causa la mala salud de mi madre y de mi hermano, quien en los últimos días ha sido llevado de urgencia al hospital para salvarle la vida, ayer me enteré que otros tres niños mapuches se sumaron a la huelga de hambre, protestando por su inocencia y por haber sufrido torturas en las cárceles chilenas.

Sr. Presidente, yo no entiendo de política, porque soy solo una niña, pero me pregunto, ¿porque existe tanta represión contra mi pueblo? Los mapuches que llevan años encarcelados, como mi madre, no han matado ni robado a nadie, mientras que policías, que en los últimos años han matado a cinco jóvenes e hicieron desaparecer otro, están libres. ¿Donde está la justicia?

Señor presidente, como exiliada mapuche solicito que atienda usted las siguientes demandas que están solicitando mis hermanos mapuches en huelga de hambre:

- No aplicación de la ley antiterrorista
- Derogación del doble procesamiento, civil y militar
- La desmilitarización de las comunidades mapuches, y no más violencia contra los niños y niñas mapuches
- Respeto al debido proceso (juicios justos)
- La retirada de nuestro territorio de las empresas forestales y de las empresas contaminantes

Señor presidente, a pesar de las pesadillas que me causan el brutal asalto de mi casa, los allanamientos reiterados de mi comunidad y el apaleo de mi madre que observe cuando pequeña, mi gran deseo es volver a mi tierra. Si esta represión cesara en nuestra comunidad y tuviera un hogar, libres de allanamientos y además se respetara a los niños, yo bien podría volver a mi comunidad a disfrutar del paisaje de los ríos y de la naturaleza de mi tierra y volver a estar junto a mis padres y hermanos. "De usted depende, señor presidente".

Atentamente.

Relmutray Cadin Calfunao
Exiliada Política Mapuche
Suiza 02 de Septiembre 2010

P.D.- Pido a quien quiera que lea esta carta, que si tiene a bien visitar a mi madre la Lonko, Juana Calfunao Paillalef, lo puede hacer en la cárcel de mujeres, Callejón Carmines 0249, Temuco, IX Región, y a mi Hermano Waikilaf Cadin Calfunao Cárcel de Angol; o a mi Padre en Chile. Antonio Cadin Huentelao.


Carta de 20 parlamentarios europeos a Juan Somalia, Director General Organización Internacional del Trabajo, fechada el 20 de Septiembre de 2010
Re: Huelga de hambre de presos Mapuche en Chile
Distinguido Sr.,
El 22 de septiembre, el Presidente chileno Sebastian Piñera participará en la Asamblea General de Naciones Unidas em Nueva York. Entiendo que está programada una entrevista el mismo día entre la OIT y el presidente.
Le escribimos a Usted como Miembros del Parlamento en relación con el asunto urgente de derechos humanos planteado por la huelga de hambre de los presos mapuche, para solicitarle su intervención con el Presidente Piñera para exigirle el fin de los abusos de los derechos humanos que está perpetrando el gobierno de Chile.
Treinta y cuatro activistas Mapuche presos estan actualmente en huelga de hambre en las prisiones chilenas, la mayoría desde Julio, en protesta contra la opresión política del pueblo Mapuche. Como usted entenderá su situación de salud es extremadamente grave.
Los Mapuche son un pueblo indigena cuyo territorio se extiende principalmente en las regiones centrales del sur de Chile. Aproximadamente 6.8% de la población chilena es Mapuche, muchos de los cuales actualmente viven en “reducciones”. El pueblo Mapuche ha protestado contra la expulsión de sus tierras, a menudo por mano de grandes compañias multinacionales, y contra la opresión política. Desde nuestro punto de vista, la respuesta del estado chileno frente a sus demandas políticas, culturales, sociales y territoriales ha sido la de la criminalización, persecusión y encarcelamiento de los Mapuche.
El gobierno chileno ha ratificado la convención de Naciones Unidas 169 de la OIT, que legalmente obliga a Chile a consultar a los pueblos indigenas en materias que los afecten y a dar a sus pueblos indigenas representación justa e imparcial en esas negociaciones. El gobierno está claramente en violación de estos requisitos.
Los presos en huelga de hambre ahora exigen que el gobierno de Chile debería:
1. Poner fin al uso de la ley anti terrorista de la era Pinochewt contra los Mapuche, que ha sido condenada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
2. Poner fin a la utilización de la Ley Militar contra la población civil y la derogación de la regla de doble juicio.
3. Garantizar el derecho a un juicio justo.
4. desmilitarizar los territorios Mapuche y cesar la utilización de la fuerza policial excesiva en las redadas.
5. Libertad para los activistas mapuches actualmente encarcelados.
Estas demandas coinciden con las recomendaciones formuladas al Estado chileno desde 2004 por diversos organismos relacionados con la ONU, por ejemplo, la Comisión de Derechos Humanos (2007), el Consejo de Derechos Humanos (2009), el Comité contra la Tortura (2009), el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (2009) y el Relator Especial de los Derechos Indígenas (2004, 2009).
Apoyamos estas demandas y les instamos a que intervenga inmediatamente con el señor Piñera para asegurar una solución positiva a estos problemas y evitar las muertes de huelguistas de hambre.
Le saluda atentamente,
Joe Higgins, Diputado Europeo; Nikolaos Chountis, Diputado Europeo; Bairbre de Brún, Diputado Europeo; Takis Hadjigeorgio, Diputado Europeo; Jacky Henin, Diputado Europeo; Jürgen Klute, Diputado Europeo; Patrick Le Hyaric, Diputado Europeo; Sabine Lösing, Diputado Europeo; Jean-Luc Mélenchon, Diputado Europeo; Willy Meyer, Diputado Europeo; Helmut Scholz, Diputado Europeo; Eva-Britt Svensson, Diputado Europeo; Marie-Christine Vergiat, Diputado Europeo; Sabine Wils, Diputado Europeo; Frieda Brepoels, Diputado Europeo; Catherine Grèze, Diputado Europeo; Ulrike Lunacek, Diputado Europeo; Sevim Dagdelen, Miembro del Parlamento Alemán; Heike Hänsel, Miembro del Parlamento Alemán; Andrej Hunko,,Miembro del Parlamento Alemán.

Carta de los Premios Nacionales al Presidente de Chile
Santiago, 15 de Septiembre de 2010

Señor:
Sebastián Piñera Echenique
Presidente de la República
Presente

Los Premios Nacionales y Organizaciones Sociales que suscriben:
Nos encontramos profundamente conmocionados por la prolongada huelga de hambre de 34 mapuches, privados de libertad e imputados de la comisión de actos terroristas, perseguidos ante la Justicia ordinaria y militar. Nos dio cierto aliento el conocer de su reunión con dirigentes de los partidos políticos que se encuentran representados en el Parlamento y el anuncio de proyectos de leyes que podrían resolver la interpelación que nos hacen a la conciencia nacional los 34 mapuches que han puesto el sacrificio de sus cuerpos, privados de alimentos por más de sesenta días, para que en sus casos se haga justicia.

Ningún chileno puede permanecer indiferente frente a tal situación, menos en el tiempo histórico que nos encontramos y que nos habla de nuestras raíces, de nuestro ser nacional, de nuestro surgimiento como nación independiente en el concierto internacional. Los pueblos originarios, especialmente el pueblo mapuche, forman parte indisoluble del ser chileno. Chile no sería Chile, ni los chilenos, chilenos propiamente tales, si no reconociéramos en nosotros el legado cultural de un pueblo que el dominador extranjero consideró valiente y heroico; de una dignidad y temple frente a la adversidad admirable. En la sangre de nuestros hermanos mineros que hoy aún subsisten bajo tierra está la herencia mapuche, aquella que forma carácter, y que define la identidad, de nuestros pueblos originarios.

Nos avergüenza y nos cuesta entender que sobrevivan y se les aplique leyes tan aberrantes como la ley antiterrorista, basada en presunciones en materias penales, que distorsionan absolutamente la naturaleza y veracidad de los hechos, y lesionan el derecho de todo ser humano a ser juzgado en forma justa, en directa relación y proporción con los actos efectivamente cometidos y no presumidos. La sola existencia de esta ley le da plena justificación moral al acto de sacrificio personal de estos 34 mapuches que hoy claman, no por la impunidad, sino simplemente porque se les juzgue por los daños o perjuicios que ellos hubieran efectivamente cometido y según las penas previstas en la legislación común para la comisión de dichos perjuicios y daños, sin aplicarles el superlativo de "terroristas" a actos que, según el derecho penal ordinario internacionalmente reconocido, no revisten tal carácter.

No podemos dejar de señalar que los proyectos de leyes anunciados para reformar esta legislación, no resuelven lo fundamental: que es restablecer la verdad sobre la naturaleza de los actos que se imputan a los 34 reos mapuches. Es un agravio a la razón, a la realidad, atribuirles el
carácter de terroristas. Esta imputación es una mentira inaceptable, ellos sólo luchan por sus derechos ancestrales, utilizando los métodos históricos de resistencia ante los abusos cometidos, primero por el Imperio Español y luego por el Estado chileno. Este último es el que se ha encargado sistemáticamente de estigmatizarlos frente a la opinión pública nacional, criminalizando sus protestas políticas y sociales al calificarlas de terroristas.

Señor Presidente, usted era miembro del Senado cuando se aprobó la Ley Indígena. Lo invitamos a examinar las intervenciones parlamentarias que dan cuenta de las aberraciones y el desamparo que sufrieron los ascendientes del pueblo mapuche hoy en huelga de hambre: pillaje, robos, asesinatos, ocupaciones ilegítimas de sus tierras y tantos otros latrocinios, de los que hoy Chile entero se avergüenza. No podemos aceptar que aquellos -que sufrieron ayer en carne propia el terrorismo de Estado, en actos reconocidos por los propios parlamentarios, además de excluirlos y marginarlos de la sociedad, la que los instaba a renunciar a su identidad- sean hoy acusados de terroristas, cuando sólo reclaman sus tierras, sus derechos culturales, su reconocimiento constitucional como pueblo.

La única vía justa y rápida que podría resolver este dolor que traspasa nuestra alma nacional es que se modifique la Ley Indígena en términos de que los actos de reivindicación de sus derechos -reconocidos por la propia ley y el Convenio Nº 169 de la OIT, vigente actualmente en Chile-, y que se estimen penalmente reprochables sean procesados conforme a la ley penal común y los tribunales ordinarios de Justicia.

A su vez, nos parece moral y políticamente inaceptable exigir la deposición de la huelga de hambre como condición para encontrar una solución. Esa huelga de hambre no puede ser considerada como medida de presión, - porque la presión la ejercen sólo quienes tienen algún poder -, sino como la acción de quienes, careciendo de poder, echan mano de sus propios cuerpos, ejerciendo violencia contra ellos mismos, porque no tienen otro medio de hacer valer su voz en una causa que ellos y muchos estimamos como justa. Por lo que le pedimos encarecidamente acceda a la brevedad a abrir una mesa de diálogo, como es la solicitud de los comuneros en huelga, conducente a aceptar sin más dilación su legítima demanda de justicia.

Sólo así podremos resolver el drama nacional presente. De otra manera, Chile no podrá celebrar su Bicentenario.

Atentamente,
Fernado Castillo Velasco, Premio Nacional de Arquitectura 1983
Gabriel Salazar Vergara, Premio Nacional de Historia 2006
Armando Uribe, Premio Nacional de Literatura 2004
Cirilo Vila, Premio Nacional de Música 2004
Roberto Celedón, Abogado
Roberto Garretón, Abogado
Humberto Maturana, Premio Nacional de Ciencias 1995
Lautaro Núñez, Premio Nacional de Historia 2002
Organizaciones Sociales
Agrupación Cultural Multidisciplinaria Kajef
Asociación Gremial Secretaría Ministerial de Educación
"Comite de Defensa y Recuperacion del Cobre de Chile"
Comisión Ética Contra la Tortura
JUVENTUD ÁRABE VALPARAÍSO Y VIÑA DEL MAR
Corporación Plataforma Nexos
Revista GuajiRa
Literatura de cordel itinerante, Santiago-Valparaíso
Radio Encuentro.

martes, 28 de septiembre de 2010

Religiosos detenidos por llevar una pancarta en apoyo a los mapuches en la procesión de la Virgen del Carmen.

Carta de un religioso detenido por solidarizar con la causa mapuche.

PAREMOS ESTE VÍA CRUCIS

Hermano y padre Obispo Francisco Javier Errázuriz: Mi nombre es Francisco de Ferari y soy religioso de la Congregación de los Sagrados Corazones. Ayer junto a otras religiosas y religiosos de las nuevas generaciones de Vida Religiosa fuimos a la procesión de la Virgen del Carmen en el día de oración por Chile, creyendo que sería un espacio para realmente rezar por Chile y sus problemáticas y profundas heridas. Caminamos toda la procesión como todas las personas con una pequeña pancarta que decía: “PAREMOS ESTE VIA CRUCIS” y que llevaba un kultrún y sobre éste una corona de espinas. Nos duele la situación de nuestros hermanos mapuche en huelga de hambre y quisimos solidarizar con ellos en aquel espacio, que era precisamente para ello.

En el caminar la gente se acercaba y nos preguntaba qué significaba el cartel y le explicábamos. Algunas personas nos lo agradecían. Cuando llegamos de vuelta a la plaza de armas y mientras enrollábamos nuestro cartel me toma un hombre – carabinero de civil- y me dice que lo tengo que acompañar a la comisaría número 1 que estaba a dos cuadras de allí. Mis compañeras y compañeros religiosos que quedaban no me quisieron dejar sólo y me acompañaron.

Cuento corto, estuvimos detenidos por alrededor de tres horas en un galpón enjaulados con el argumento del artículo 85 del código penal, la antigua detención por sospecha. Se nos argumentó que estábamos en una falta, pero ¿qué falta? A otro joven que estaba allí lo detuvieron por tener una polera con la bandera mapuche en el pecho, ¿qué falta es esa?

Obviamente los carabineros se hacían los divertidos y no tenían argumento alguno para tenernos detenidos allí. Supimos que Piñera había estado en la eucaristía y que había hecho alguna cosa allá. Es decir, tener a más de 50 policías de civil en la plaza de armas y muchos carabineros más durante la procesión, ¿es esa la nueva forma de gobernar?, ¿no será que hemos vuelto a prácticas irracionales de represión? ¿Creen que de esta manera podrán hacer y construir una “mesa para todos”?.

Me parece una vergüenza que para que no hayan imprevistos se nos trate como verdaderos delincuentes siendo que hemos hecho nada y más encima todo transcurre en la procesión como si nada pasara, todo políticamente correcto. Creo una vergüenza todo esto y no me cabe duda que nuestro hermano Jesús estaba partiendo y compartiendo el pan con nosotros y las demás personas enjauladas en ese lugar.

Con mis disculpas pero así no se puede festejar ningún bicentenario ni tampoco celebrar una eucaristía

Unidos en la terca esperanza que brota del Evangelio,

Fraternalmente.
Francisco de Ferari C. sscc

Santiago, septiembre 27 de 2010.

viernes, 27 de agosto de 2010

No al cerco informativo

No nos vengan con cuentos
Pedro Cayuqueo
Hace 41 días que los presos mapuches dejaron de comer. Solo reclaman un juicio justo y que se les deje de aplicar la Ley Antiterrorista. Pero poco y nada informan de ello los grandes medios. Mucho más importan a canales y prensa escrita los goles del Chupete Suazo en México. O las disputas internas en la Concertación. La huelga mapuche simplemente no existe. Lo han denunciado los familiares de los reclusos y lo han alertado, a ratos escandalizados, importantes organismos y personalidades tanto en Chile como el extranjero. Pero nadie se escandaliza en las reuniones de pauta de La Tercera, El Mercurio o Canal 13. Preguntas de sentido común brillan por su ausencia entre los editores. ¿Por qué se aplica la Ley Antiterrorista para perseguir delitos comunes? Silencio de grillos ¿Por qué se aplica preferentemente a ciudadanos mapuches?… ¿No me cree?
Junio de 2007. Cientos de trabajadores subcontratistas de la División El Teniente de CODELCO paralizan faenas, demandando mejoras salariales. La empresa niega validez a la huelga y comienzan los choques con la fuerza pública. Estalla entonces una batalla campal. Al final de una jornada, ¡once buses de pasajeros yacen incendiados en el acceso a la mina! La escena, que parecía sacada de un filme apocalíptico, impacta en los noticieros por el nivel de violencia y destrucción. ¿Se preguntará usted qué sucedió con los “terroristas” responsables? Absolutamente nada. Y es que nadie en CODELCO ni en el gobierno habló entonces de “terrorismo” o de “terroristas”. Pese a la magnitud de los daños, la polémica Ley de Pinochet brilló por su ausencia. Tampoco se aplicó su prima hermana, la de Seguridad Interior del Estado, que sanciona duramente a quien atente contra medios de transporte público. Tras la investigación, solo un trabajador fue condenado por los sabotajes; cinco años y un día por el delito de “incendio simple”. Jamás puso un pie en la cárcel. Alcanzada a través de un procedimiento abreviado, cumple hasta hoy su condena en libertad. “Intachable conducta anterior”, determinaron los jueces. “No es bueno utilizar el sistema judicial para resolver los conflictos sociales”, argumentó el ex fiscal jefe de Rancagua, José Luis Pérez Calaf, querellante en dicha causa. Palabras textuales.
¿Qué pasaría si, llegado el día, mapuches decidieran quemar y de un paraguazo once buses en la Ruta 5 Sur? Podemos suponer. Y se nos viene de inmediato a la mente reuniones extraordinarias de Gabinete, citación al Estado Mayor Conjunto y regimientos prestos a contener en los campos la sublevación. ¿Exagero? En absoluto. Por menos que eso, unos rayados y pedradas a un bus interprovincial acontecido en julio de 2009, una decena de campesinos mapuches arriesgan hoy 20 años de cárcel. Leyó bien, ¡20 años! Todos llevan meses encarcelados en Temuco de manera “preventiva”. Actualmente en huelga de hambre, aguardan ellos y sus familias un juicio oral donde serán acusados por los fiscales de “atentado contra vehículo de transporte público”, “daños calificados” y “amenazas terroristas”, entre otros delitos. ¡Hablamos de rayados y pedradas a un bus! Son delitos y merecen sanción, que duda cabe, pero sanciones acordes al ordenamiento penal ordinario. ¿No es acaso lo que a diario sucede con muchos buses del Transantiago? ¿O con vehículos particulares en las autopistas concesionadas que circundan la capital? ¿A cuántos de los responsables de tales delitos se les ha aplicado la Ley Antiterrorista? Y es que del río Bio Bio al sur nada es realmente lo que parece. Lo que para la ribera norte es un delito menor, al otro lado un peligroso acto de subversión.
¿Ha transitado usted por el centro de Temuco? Nada a simple vista le haría presagiar que peligrosos suicidas mapuches planean, al menor descuido, volarlo a usted y su familia en pedazos. Sin embargo es lo que a diario nos advierten desde el Ministerio Público. Lo aseguran los fiscales. Lo repiten y publican los medios. Lo avalan las autoridades. Y todos parapetados en sus casas buscando refugio. En 2004, tan solo días después de los atentados a los trenes de cercanías ejecutados por Al Qaeda, recorrí las semidesiertas calles de Madrid. Lo que observé en los ojos de muchos transeúntes fue miradas de desconfianza, miedo y sobre todo, de terror. Mucho terror. No había restaurant, locutorio o ciber café donde la tensión reinante no calara los huesos. Ni destacamentos de policías y militares custodiando paseos peatonales, centros comerciales y hasta los vagones del Metro, lograban hacerlo a uno sentir bajo resguardo. En 2006, una sensación similar tuve al recorrer la zona cero de Manhattan, en Nueva York. Allí, entre un ejército de bulldozer aun removiendo acero retorcido y memoriales plagados de imágenes de las víctimas, el ruido de cualquier avión comercial planeando a lo lejos sobre New Jersey erizaba la piel… ¡A cinco años del 11S!. Y es que de ello y no de buses apedreados o fundos ocupados trata en verdad el concepto de terrorismo. ¿Siente la gente miedo en el centro de Temuco?, ¿puede usted sentarse en un restaurant sin temor a que una bomba le arruine la vida y de paso el almuerzo? Señores fiscales, no nos vengan con cuentos. De lo que hablamos aquí es simplemente de racismo.
*www.azkintuwe.org
* Publicado originalmente en The Clinic, Edición del Jueves 19 de Agosto.
*http://radio.uchile.cl/opiniones/79947/

viernes, 13 de agosto de 2010

EN EL CENTENARIO DE MIGUEL HERNÁNDEZ


TRES LIBROS Y UN ASILO (III y final)
Julio Gálvez Barraza
Una de las citas más tergiversadas en la biografía de Eutimio Martin, se encuentra en la página 572. Viene precedida de un comentario poco afortunado en contra de Neruda. El juicio del autor, refiriéndose a las gestiones del poeta chileno y los Alberti ante el cardenal Baudrillart, es lapidario: Neruda, en su desmedido afán por alzarse con el santo y la limosna, no dejó de reivindicar su protagonismo en la excarcelación del oriolano. (Martin,569)... No creemos que se haya quedado nadie sin conocer el asunto Baudrillart eficazmente propagado por el altavoz literario de un premio Nobel. (Martin,572).
Quizá lo desmedido es el comentario del profesor Martin. Neruda describió el hecho en prosa y en verso y otros nos hemos encargado de hacer el eco. Aunque es cierto que el altavoz de un premio nobel es un eficaz instrumento de propagación, también sabemos que Neruda no fue el único en reivindicar algunos hechos. Santiago Ontañón nos da cuenta de otro libertador dueño del santo y la limosna. Recuerda que en Madrid, durante la segunda mitad de la década del `50 se hizo contertulio del Café Lión. Uno de los asiduos, dice, era José María de Cossío: En los últimos años, ya casi perdida la memoria, repetía cada diez minutos cómo había ido a ver al general Asencio, Ministro del Ejército, para interceder por la vida de Miguel Hernández.
Sin embargo, en la misma página 572 de la anterior cita de Martin, podemos leer: No obtuvieron la misma publicidad otras intervenciones, de no menor relieve, en favor del autor de Viento del pueblo. Con ésta última frase, Eutimio Martin cita y se refiere a una carta enviada el 25 de julio de 1939, por el Embajador de España en Chile a sus autoridades en Madrid. En ella el Embajador español relata que: Durante la recepción dada en esta Embajada el día 18 de julio, el señor Ministro de Relaciones Exteriores [Abraham Ortega Aguayo] me invitó a un breve aparte y me expresó que había recibido la visita de literatos e intelectuales de todas las tendencias pidiéndole se interesara cerca del Gobierno español en demanda de clemencia para el poeta Miguel Hernández, quien, según ha trasmitido el cable, ha sido condenado a muerte. (...)
La prensa de izquierdas ha dedicado numerosos comentarios al caso de Miguel Hernández que aquí se sigue con espectación en los medios culturales donde sería muy bien recibida la noticia de que no se ha de consumar la sentencia de muerte que parece haberse ya dado. Acompaño un recorte de "La Nación" (día 13-7) y dos del "Frente Popular" (18 y 20-7).
De esta cita del autor de Oficio de poeta, si leemos con detenimiento y estudiamos el contexto, podemos rescatar varias conclusiones importantes. Una de ellas es que el poeta oriolano no era tan desconocido para las autoridades franquistas como se insinúa en las biografías. Y otra, que es la que nos ocupa, es que el autor cita, en la misma página en que critica a Neruda, una carta que es también gestión de Neruda.
La Alianza de Intelectuales de Chile, fundada por Neruda el 7 de noviembre de 1937 (Fecha del 1º aniversario de la defensa de Madrid) surgió en torno a la solidaridad con el pueblo español y a imagen y semejanza de la Alianza de Intelectuales Españoles. Bajo las directrices del II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, celebrado en Madrid, Valencia, Barcelona y París en el mes de julio del mismo año, la Alianza chilena fue presidida por Pablo Neruda y su vicepresidente fue el escritor Alberto Romero, que a la vez era presidente de la Sociedad de Escritores de Chile.
Los intelectuales chilenos, a través de su organización, hicieron suya la causa republicana. Dieron muchísimas muestras de ello, que aquí sería muy largo de enumerar. Una de estas acciones fue la de solicitar del Gobierno del Frente Popular el asilo de los republicanos en la Embajada de Chile en Madrid. Lo afirma entre otros el mismo Morla cuando dice: Por recomendación de mi Gobierno atendí, con especial interés, a los miembros de la "Alianza de Intelectuales de Madrid". Otra acción urgente fue intentar conseguir la libertad de Miguel Hernández. En esta campaña no sólo estaba comprometido el sentido de solidaridad de los intelectuales con el poeta oriolano, sino, también, de por medio estaba la profunda amistad con Hernández de Luis Enrique Délano, Juvencio Valle, el poeta argentino y residente en Chile Raúl González Tuñón, Delia del Carril y del propio Neruda, integrantes y directivos de la Alianza de Intelectuales de Chile.
Es más, los recortes de prensa que dice adjuntar el Embajador español en Chile, corresponden a periodistas que, bajo las consignas de la Alianza, conformaban la campaña en favor de Miguel. Uno de los más activos sostenedores de esta intensiva campaña de prensa fue Luis Enrique Délano, director de la Alianza y director del semanario Qué Hubo en la semana. Délano sensibilizó a las mentes pensantes del país. En la revista Aurora de Chile Nº 13, de la que era el Jefe de Redacción, aparece publicado el Recuerdo de Miguel Hernández, de Raúl González Tuñón. La Sociedad de Escritores de Chile se sumó a la campaña. En una sesión solemne, declaró que: la obra y la vida de Miguel Hernández eran patrimonio de toda el habla castellana y de la literatura mundial. Además, en la misma sesión, ofreció al oriolano patria y hogar en un suelo libre y de lengua castellana.
Luis Enrique Délano escribió un dramático artículo. Lo publicó, en julio de 1939, el diario La Nación. (El mismo que adjuntaba el Embajador español a su país) En él expresaba su sentir por el poeta oriolano: ...Ahora está preso, y según se informa, condenado a muerte. A muerte, a morir, a sentir el pecho destrozado por las balas, como García Lorca y Antonio Espina. ¡A morir, él, que amaba la vida, que hablaba tiernamente de su novia de Orihuela, que pensaba venir un día a América... ¿Se va a repetir el caso de Federico García Lorca? ¿Va a perder España a otro de sus más grandes genios poéticos? Acusar de bandidaje y crimen a un enemigo vencido es muy fácil, y fusilarlo después ignominiosamente, no presenta mayores complicaciones.
Días después, la revista Hoy reproduce parcialmente el artículo. El redactor, después de resumir el texto no reproducido del artículo, termina haciendo sus propios votos por la suerte del oriolano: Por nuestra parte, hacemos votos fervorosos por que la sangre de Miguel Hernández no se sume a la que la tragedia hizo ya derramar a Federico García Lorca, el prematuramente silenciado poeta granadino, cuya muerte es sin duda alguna una de las pesadas lápidas que oprimen la victoria de las fuerzas que acaudilla el general Francisco Franco.
Toda esta campaña, de prensa y ante las autoridades gubernativas, (entre ellas el Presidente Aguirre Cerda y el Ministro de Relaciones Exteriores, Abraham Ortega), en favor de la libertad del poeta de Orihuela, estaba impulsada por la Alianza de Intelectuales de Chile, presidida por Pablo Neruda.
Creemos que el profesor Eutimio Martin no fue riguroso en sus apreciaciones. Aunque puedan parecer exageradas, son más cercanas las palabras de Germán Vergara Donoso cuando afirma que: el Gobierno de Chile hizo todo lo que pudo y creo que ningún otro gobierno en la historia ha hecho más, ni durante la guerra ni después de ella en Madrid. Y en este buen hacer, como hemos visto, tienen responsabilidad los intelectuales chileno con Neruda a la cabeza.
Todos los datos apuntan a señalar como una equivocación de Neruda el injustificado y contradictorio ataque a Morla Lynch. No sabemos si fue por un lapsus de memoria o por una siniestra intención. No tenemos datos ni base para especular con lo que pasaba por la cabeza del poeta. Pero, del mismo modo en que los biógrafos no se ponen de acuerdo en la "inocencia" o en la "picardía" de Miguel Hernández y su propia responsabilidad en las erradas decisiones tomadas, tampoco podemos juzgar a Neruda por un error en su desempeño solidario. A Hernández se le juzga y se le quiere por el global que dicta la balanza. Y la conclusión es unánime. Fue un hombre bueno y consecuente, en el sentido machadiano de la palabra bueno, fue un genio poético y un luchador de la libertad y la justicia.
Neruda, aparte de su inmenso genio poético, con el pueblo español fue un solidario activo. Proyectó y buscó el financiamiento para la campaña del "Winnipeg". Forzó su nombramiento como Cónsul especial para la inmigración española en Chile. Gracias a él llegaron a su país miles de refugiados, entre ellos los hermanos de Antonio Machado, los poetas Antonio Aparicio y Serrano Plaja y tantos otros. No debemos olvidar que los Alberti viajaban a Chile, con visa firmada por Neruda cuando, por razones editoriales, decidieron quedarse en Buenos Aires. Algunos aspectos de su labor en pro de la libertad de Miguel Hernández, la hemos esbozado aquí. Entonces, ¿podemos condenarlo y dedicarle los más ofensivos epítetos por un error? Humildemente, creemos que no.
Esperemos que la revisión de estos testimonios sirva para completar la biografía de Miguel Hernández y ayuden a cerrar el llamado "caso Morla". Suceso en el que algunos biógrafos no logran ponerse de acuerdo, creo que por tres motivos fundamentales. Uno es la errada carta de Neruda, secundada por Antonio Aparicio. El segundo es la exacerbada radicalización política y religiosa en el punto de vista de los biógrafos, sobre todo en los primeros. El tercero es puramente especulativo, pero lo expondré: pienso que algunos biógrafos, con respecto al asilo en la Embajada de Chile, confunden dos etapas en la vida del poeta; el primer intento, marzo de 1939 y el segundo, inmediatamente después de su puesta en libertad, septiembre del mismo año. Mes y año en que arribó a Chile el vapor "Winnipeg", barco en el que Miguel Hernández estaba destinado a viajar y encontrar una nueva patria.

lunes, 9 de agosto de 2010

En el centenario de Miguel Hernández


TRES LIBROS Y UN ASILO (II)
Julio Gálvez Barraza

Otro vértice importante y menos cuestionado que Morla y que las inexactas palabras de Neruda, es Germán Vergara Donoso, quien como Encargado de Negocios sucedió a Enrique Gajardo en la Embajada de Chile. En julio de 1958, el semanario Ercilla de Santiago de Chile, publicó un artículo firmado por Victoriano Lillo en el que se acusaba a Vergara de haber negado el asilo a Miguel Hernández. El autor se basaba en el ensayo de poeta Antonio Aparicio, uno de los asilados republicanos en la Embajada de Chile. Victoriano Lillo señala que el ensayo de Aparicio contiene datos que los chilenos desconocían:
Lo que no sabíamos, lo que aprendemos ahora, con rubor, era que Hernández había ido a golpear las puertas de la Embajada de Chile en Madrid después de haber huido milagrosamente de su última prisión. Antonio Aparicio nos lo cuenta en un documentado ensayo que publicó hace ya algún tiempo en una revista centroamericana. Según Aparicio, nuestra embajada, que había asilado durante la guerra a más de dos mil falangistas, dio un portazo sobre la frente luminosa del gran poeta que pretendió cobijarse a la sombra de la bandera chilena.

No tardó en contestar el aludido. A la semana siguiente, con el titulo de: Responde Vergara Donoso: Nunca negué asilo al poeta, se publicó la carta respuesta. En ella, el diplomático señala:

Cuando llegué a Madrid, en mayo de 1939, había terminado ya la lucha y Miguel Hernández se encontraba desde tiempo atrás en prisión. Meses más tarde, Miguel Hernández fue puesto en libertad a raíz de dictarse una medida general que ordenaba libertar a todo detenido a quien no se hubiese iniciado formalmente proceso . Miguel Hernández fue entonces a la Embajada de Chile y tuve ocasión de conversar con él. Se hallaban asilados en la Embajada 18 personas, entre ella el propio Antonio Aparicio. Hernández estuvo con todos ellos. Más de uno le sugirió que pidiera asilo y me hablaron sobre ese punto. Hernández, sin embargo, no lo pidió, ni quiso pedirlo, a toda costa, según mis recuerdos, deseaba ir a su pueblo en Alicante (Orihuela) a ver a su hijo que acababa de nacer y al cual tenía ansias de conocer. Como es sabido, este hijo le había llegado después de perder el primero, lo que explicaba la vehemencia de su decisión. En su pueblo fue inmediatamente reconocido y lo que no había sucedido en Madrid, se le imputaron hechos ocurridos durante la Guerra Civil. Las decenas de miles de procesos iniciados al terminar la guerra civil impidieron muchas veces que se identificara al detenido y se juntara al personal de la guerra civil con el preso en cualquiera de las cárceles repletas. Fue lo que aconteció con Miguel Hernández y por eso quedó en libertad. La segunda detención, a raíz de su viaje al pequeño pueblo donde vivía su familia, hizo posible que se le reconociera y fuese concretamente denunciado por los hechos que se le imputaban.
Ya preso por segunda vez, recibí avisos, entre otros de Pablo Neruda, sobre la situación de Miguel Hernández, junto con el encargo de ocuparme de él. Hice todo lo que tuve en mi mano por evitar su condena a muerte; me ayudaron en esta tarea precisamente las personas a que se refiere el artículo de Ercilla, como amigos míos falangistas y que efectivamente son y siguen siendo mis amigos: Víctor de la Serna, Sánchez Mazas, Eugenio Montes. Los tres eran escritores, conocían a Hernández y, por cierto, eran falangistas y muy bien situados. Por lo mismo recurrí a ellos ¿o se quería que recurriera a enemigos del Gobierno para obtener lo que deseaba? Y no sólo recurrí a ellos, también ayudaron fray Justo Pérez de Urbel, escritor benedictino, José María de Cossío, escritor que había sido jefe de Hernández en la Editorial Calpe y muchos más. (...)
Aunque basta el hecho de que Miguel Hernández no pidió asilo, creo que debo agregar que, sugerido o pedido por sus amigos, el asilo no aparecía procedente, pues las circunstancias habían cambiado fundamentalmente. La guerra había terminado hacía varios meses. Se había comunicado al gobierno español a comienzos de abril la lista completa de los asilados y se gestionaba activamente su salida de España, aceptar uno más en ese momento, significaba -supuesto que jurídicamente fuese procedente y se conformara a las instrucciones del Gobierno de Chile- poner en grave peligro la situación de los 18 que ya estaban asilados. Esto lo sabe muy bien Antonio Aparicio y todos los refugiados. (...)
No fue este el único caso doloroso en que me correspondió actuar en Madrid, ni el único de los que me tocó conocer desde Santiago como Subsecretario de Relaciones durante la guerra española y después de la guerra. En ambas ocasiones el Gobierno de Chile hizo todo lo que pudo y creo que ningún otro gobierno en la historia ha hecho más, ni durante la guerra ni después de ella en Madrid. La muerte de Miguel Hernández no puede imputarse al Gobierno de Chile ni a la Embajada en Madrid ni al entonces Encargado de Negocios.

Gracias a los archivos de la fundación Miguel Hernández, conocimos un artículo de José M. Moreiro en el que reproduce una carta que le habría hecho llegar Germán Vergara Donoso. Es muy similar a la publicada por la revista Ercilla en Santiago. Moreiro no indica cuándo ni cómo recibió este testimonio, pero, considero, es complementario su examen para el caso que nos ocupa. Dice en ella Germán Vergara:
En el verano de 1939 recibí en Madrid una carta de Pablo Neruda desde París, interesándose por la suerte de Miguel Hernández, su amigo, que según sus informaciones estaba preso en la capital de España . Hice algunas averiguaciones y comprobé que lo afirmado por Neruda era verdad, pero que no se había iniciado proceso ni se juntaba la persona del detenido con la persona del poeta Miguel Hernández. Esto obligaba a actuar discretamente y así se hizo. Pocas semanas más tarde recibí en mi oficina de la Embajada de Chile, donde yo era encargado de Negocios, la visita de Antonio Aparicio, asilado en la misma Embajada, en compañía de un muchacho muy joven a quien me presentó como Miguel Hernández. Conversamos tranquilamente y pude apreciar el limpio espíritu y la gran calidad humana de Miguel Hernández. En la conversación, Antonio Aparicio me insinuó la idea de agregar a Miguel Hernández a la lista de asilados en la Embajada. Miguel no se refirió a este punto; hacía poco tiempo que había nacido su segundo hijo y quería ir a conocerlo a su pueblo. Contesté a Antonio Aparicio la imposibilidad de agregar a nadie en la lista de asilados, pues estaba ésta, hacía meses, comunicada al Ministerio de Relaciones Exteriores y no era ya posible, legítimamente, agregar nuevos nombres. Tampoco era posible dejarlo como huésped y asilado sin conocimiento del Gobierno, porque se ejercía sobre la Embajada una vigilancia muy estrecha, y alterar en cualquier forma la situación era poner en peligro la vida de los 17 asilados ya. Le repito que Miguel Hernández nunca pidió o insinuó un asilo porque quería ir a su pueblo. Además, no era imposible, aunque siempre muy difícil y peligroso, que encontrara la manera de salir de España. Miguel Hernández mantuvo su resolución y se fue a su pueblo. Como es sabido, allí fue detenido y devuelto a Madrid, ya perfectamente identificado.

Dice Ferris en su libro: Según algunas fuentes, Vergara ofreció asilo al poeta oriolano sabiendo que la expatriación no tardaría mucho en producirse. Sin embargo, como hemos visto, no es lo que declara Vergara. Ferris no cita las fuentes que afirman tal ofrecimiento.
En las dos citadas declaraciones de Vergara, éste hace mención de la lista de asilados entregada al Gobierno. La entrega de esta lista la hizo el chileno Enrique Gajardo el 20 de abril de 1939, al Ministerio de Asuntos Exteriores español, (No al Ministerio de Relaciones Exteriores de su país, como señala Ferris). En el escrito, además solicita el salvoconducto para el traslado de los refugiados fuera de España.
Cuando Vergara declara que contestó a Antonio Aparicio la imposibilidad de agregar a nadie en la lista de asilados, pues estaba ésta, hacía meses, [5 meses] comunicada al Ministerio de Relaciones Exteriores [de España] y no era ya posible, legítimamente, agregar nuevos nombres... seguramente desconocía algunos trucos "ilegítimos" que antes había usado el antecesor de Morla. En el caso de los asilados nacionales, el ex embajador chileno, Aurelio Núñez Morgado, se atrevió a agregar 150 nombres más después de entregar la lista de ellos a las autoridades republicanas. Con ello, posiblemente salvó algunas vidas, "truco" que pudo haber usado Vergara en el caso de Miguel. Morla Lynch narra en su informe:
Al hacerme cargo de la Embajada, el 19 de abril, ascendía el número de personas que figuraban en las listas, alrededor de 2.000, más 150 que ingresaron después de haber sido presentadas las listas citadas al Gobierno, [Republicano], con lo que se faltó al compromiso contraído de no admitir a un sólo asilado más. (...) Estas personas habían implorado, al principio, su admisión en la Embajada en forma humilde, agobiadas por la angustia y el terror: se contentaban con un "rinconcito", o una silla, dispuestas a todas las abnegaciones. Pero luego exigieron el amparo para miembros de sus familias que, en realidad, no lo necesitaban, y luego solicitaron el ingreso en las listas de evacuación de sus amigos y conocidos y, por fin, llegaron a pedir a la Embajada la protección de sus joyas y objetos de valor. Hubo un momento en que se introducía gente al edificio a viva fuerza. (Morla, 62-63)

Podríamos especular un poco con este significativo dato. ¿Es posible que en esta falta de carácter o su excesivo apego a la "legitimidad", que demostró Vergara Donoso al no atreverse a incluir, fuera de plazo, el nombre de Miguel entre los asilado, fuera la causa de la acusación hecha por Antonio Aparicio en su ensayo?
Eutimio Martin, al igual que Ferris, señala que Vergara Donoso le ofreció asilo a Miguel. Durante la entrevista entre ambos, el biógrafo anota que: El sucesor de Morla Lynch le dispensó una muy cordial acogida y aconsejó a Miguel el inmediato ingreso en la Embajada como asilado político. Miguel se negó. (...) Vergara le previno del grave peligro que corría tal como estaban las cosas y hasta qué punto le convenía aceptar el refugio que se le ofrecía, ya que una vez a salvo en la Embajada le traerían a la mujer y al niño para, a continuación, -como se había hecho con todos los refugiados-, librarles un salvoconducto de salida al extranjero. (Martin,576)
Resulta, como menos, curiosa la reproducción de este diálogo. Si cambiáramos el nombre de Vergara por el de Morla y lo situáramos en el primer intento de asilo, podría ser más verosímil. Como hemos visto, según las declaraciones del propio Vergara, nunca pudo ofrecerle asilo a Miguel. Por otra parte, y en el momento de ese encuentro, -16 de septiembre-, la posible salida de España de los 17 asilados en la Embajada era muy incierta. Las intensas gestiones de la diplomacia chilena para conseguir un salvoconducto tardaría un mes en dar los primeros resultados. El 12 de octubre consiguieron la autorización para cuatro de ellos, quienes, junto a Juvencio Valle, salieron para Francia donde embarcaron con destino a Chile. Un año más tarde se logró el salvoconducto para 8 asilados que embarcaron a Chile vía Lisboa. En octubre de 1940, 19 meses después de su entrada en la Embajada chilena en Madrid, lograron salir los cinco restantes.
Nótese que en la declaración de Vergara a Moreiro ya no dice: recibí avisos, "entre otros" de Pablo Neruda. Aquí declara muy concretamente que: En el verano de 1939 recibí en Madrid una carta de Pablo Neruda desde París, interesándose por la suerte de Miguel Hernández... Santiago Ontañón, en su libro de memorias , confirma este hecho. Señala que en el verano de 1939, recibió Vergara Donoso una carta que Neruda le enviaba desde París, interesándose por la situación de su amigo, quien, según sus informaciones, estaba preso en Madrid: Tras las averiguaciones pertinentes, Vergara comprobó que lo afirmado por Neruda era verdad, pero que no se había iniciado proceso ni se unía la persona del detenido con el poeta Miguel Hernández, lo que obligó a actuar discretamente.
Ontañón recuerda que mientras estaban asilado en la Embajada de Chile, un día recibieron de manos de Vergara un mensaje escrito en un papel de fumar. Era una nota angustiosa escrita por Miguel desde la cárcel:
Decía escuetamente: "Me han condenado a muerte. Haced lo que podáis. Miguel Hernández". Así nos llegó la noticia de su suerte. Cabe imaginar la profunda tristeza y la impotencia que nos embargó al grupo, asediado como estábamos en un Madrid hostil, dispuesto también a hacer carnaza de nosotros a la menor oportunidad. Aquel leve papel de fumar, manuscrito con noticia tan tremenda, nos angustió indeciblemente. Yo hice lo que podía: escribir. Envié tres cartas: a los Alvarez Quintero, a Víctor de la Serna y a Borrás. De las tres, sólo obtuve contestación del Alvarez Quintero que quedaba, en la que me decía que haría lo que pudiese, tratándose de la vida de un hombre y sobre todo la de un poeta, pero que dudaba que su intervención fuera eficaz, ya que, decía: "Aquí yo no cuento nada". (Ontañón, 203)

El testimonio de Vergara, avalado por el de Santiago Ontañón, dos actores de los hechos, contradice a los biógrafos hernandianos que se empeñan en desconocer la preocupación de Neruda por su amigo. Al parecer, el auxilio de Neruda a Miguel Hernández, a través de Vergara Donoso, es conocida desde hace más de cincuenta años. Quizá la primera en dejar constancia de ello fue Concha Zardoya, quien anota: Esta situación de hambre [de Miguel y su familia] se soluciona un tanto con la ayuda económica mensual que empieza a prestarle don Germán Vergara Donoso, Encargado de Negocios de Chile en Madrid, a petición de Pablo Neruda. ¿Por qué hemos desconfiado tanto de doña Concha durante estos años?
Algunos biógrafos de Miguel Hernández, entre ellos Juan Guerrero Zamora, Arturo del Hoyo y el propio Ferris, niegan la gestión realizada por María Teresa León y Neruda ante el cardenal Baudrillart por la liberación de Miguel. Ahora, a este grupo se suma Eutimio Martin. Es muy posible que la gestión de Neruda y los Alberti ante el cardenal no fuera el detonante para liberar a Miguel de la cárcel. Adhiero a la opinión más generalizada; fue puesto en libertad por el caos administrativo de aquellos días y/o, por la orden gubernamental de poner en libertad a los presos que no habían sido juzgados a la fecha. Eso no es motivo para negar la veracidad de la gestión conjunta de los Alberti y de Neruda, independiente de sus resultados. En ningún caso creo que María Teresa y Neruda narraran este episodio en sus memorias sólo para atribuirse la hazaña de haber protagonizado la puesta en libertad de Hernández.
Ramón Pérez Álvarez afirma entre otras cosas que: la posibilidad de su exilio a través de las gestiones de Pablo Neruda, es un extremo que queda desmontado. Describe también las gestiones de Carlos Morla Lynch, y la imposibilidad de prestarle asilo, y de Germán Vergara Donoso, otro diplomático con interés en proporcionar asilo a Miguel, y que pasó una asignación a su viuda de su bolsillo durante varios meses... Miguel, por el tono de exigencia con que pide a Josefina que no tenga inconveniente en pedir dinero a la Embajada, creyó seguramente que el dinero provenía de Neruda. No había tal. Neruda le dio sólo el título honorífico de "hijo" y pare V. de contar.
No sabemos si Vergara Donoso ayudó económicamente a Miguel y a su esposa con dinero de su propio bolsillo. Sí sabemos que Vergara, según su propio testimonio, se ocupó de Miguel por encargo de Neruda, aun imposibilitado de ofrecerle asilo, aunque, según Pérez Álvarez, tuviera interés en proporcionárselo. Tampoco sabemos si Miguel creyó que el dinero provenía de Neruda. Éstas especulaciones no se sostienen porque no tienen base. Pero sí sabemos que el poeta Homero Arce, secretario de Neruda, hasta los años sesenta, aún despachaba algunas remesas de dinero a Josefina Manresa.
Si hacemos caso y no tergiversamos los informes de Carlos Morla, documento citado por la mayoría de los biógrafos hernandianos, entre ellos Pérez Álvarez, vemos que Morla no tuvo ninguna "imposibilidad" de prestar asilo a Miguel Hernández. Por otra parte, el supuesto "desmontaje" que hace Pérez Álvarez de las gestiones hechas por Neruda, contradice el testimonio de varios testigos y actores de los hechos. Uno de ellos, el poeta chileno Juvencio Valle. El mismo año de 1939, a su vuelta a Chile después de estar recluido en la madrileña cárcel de Porlier, desvela el motivo de su detención:
Ocurrió unos tres o cuatro meses después de la "Marcha Triunfal". En mi calidad de chileno y de colaborador de la Cancillería de nuestra Embajada, yo circulaba con más o menos libertad. Pero un día, veinte metros antes de la Embajada, me detuvo un policía secreto. No me preguntó mi nombre ni me pidió documento alguno. Sólo me exigió que lo acompañara a la Comisaría. Allí me interrogaron, y para mi desgracia llevaba yo en un bolsillo una carta de Pablo Neruda relacionada con algunas gestiones que había que realizar para conseguir la libertad de Miguel Hernández. De la Comisaría pasé a la Dirección de Seguridad y de allí a la cárcel de la calle General Porlier, donde estuve tres meses y medio, mientras se ventiló el juicio que me siguieron.

Don Germán Vergara -señala Pérez Álvarez-, visitó en la cárcel a Miguel, acompañado por Cossío, durante el período de su condena a muerte. Cossío es, incuestionablemente, quien salvó la vida de Miguel,... Sabemos (Ferris lo señala en su libro) la condición que ponía José María de Cossío, lo mismo que Rafael Sánchez Mazas, Luis Almarcha y otros, para salvar la vida de Miguel; renunciar a sus ideales, a su obra, por lo tanto, a su vida. Como señala Pedro Collado, una de las más acusadas virtudes del poeta, era la espontaneidad de sus decisiones y la sinceridad y la firmeza con que las defendía. Y esta firmeza la señala el mismo Ferris: Hernández pretende, a través de las gestiones de Vergara Donoso, ser conducido al Reformatorio de Adultos de Alicante, pero detrás de ese propósito, según comentaba a Aleixandre [por carta del día] 6 de abril, se puede vislumbrar su intención de huir de esas insistentes presiones [de Cossío, Sánchez Maza, Almarcha] de las que Aleixandre estaba perfectamente informado: "Son motivos muy graves los que me aconsejan e inducen a tomar esta decisión, [la del traslado] aun sabiendo que en Alicante expongo a mi familia a un esfuerzo constante para atenderme. No te digo más". (Ferris, 464)
También a su esposa Josefina le adelanta por carta del 26 de abril el rechazo que siente por los tantos "Almarchas que hay por el mundo": Almarcha y toda su familia y demás personas de su especie que se guarden muy bien de intervenir para nada en mis asuntos. No necesito para nada de él, cuando he despreciado proposiciones de otros muchos más provechosas. Ya te contaré, y comprenderás que no es posible aceptar nada que venga de la mano de tantos Almarchas como hay por el mundo. Sería una verdadera vergüenza.
Si hubiese cedido a las presiones de los antes citados, posiblemente, no es seguro, hubiera salvado la vida, pero... ¿se hubiese salvado su obra? ¿Sería hoy el Miguel que tanto honramos, queremos y admiramos?

sábado, 7 de agosto de 2010

En el centenario de Miguel Hernández


TRES LIBROS Y UN ASILO (I)
Julio Gálvez Barraza

Sobre Miguel Hernández, supuestamente, ya se ha dicho todo. Eso es lo que más o menos señala una reseña literaria a la biografía escrita por José Luis Ferris . Sin embargo, también señala que ninguna biografía, por muchos datos que lleguemos a aportar, estará jamás completa del todo.
Y si la conducta de Alberti ya fue deplorable, la de Neruda fue simplemente abyecta, es lo que señala otra reseña a la nueva biografía de Miguel Hernández escrita por el profesor Eutimio Martin .
La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero, es una cita de Machado que usa Manuel Ramón Vera Abadía en una reseña al libro Hacia Miguel Hernández, de Ramón Pérez Álvarez, publicada en la revista digital El Eco Hernandiano. En este libro, que recoge los artículos publicados en la desaparecida revista La Lucerna, Pérez Álvarez afirma entre otras cosas que: Neruda le dio [a Miguel Hernández] sólo el título honorífico de "hijo" y pare usted de contar.
Creemos que ninguno de los tres ensayos cierran completamente el llamado "caso Morla", es decir la supuesta negativa del entonces Encargado de Negocios de Chile en España a otorgar asilo al poeta oriolano.
Miguel Hernández buscó refugio en la Embajada de Chile, que durante la guerra había prestado asilo a la enorme cantidad de cuatro mil franquistas. El embajador en ese entonces, Carlos Morla Lynch, le negó el asilo al gran poeta, aun cuando se decía su amigo . Estas pocas y desacertadas palabras escritas por Pablo Neruda, han causado un constante desacuerdo entre los biógrafos de Miguel Hernández. Se han usado (y abusado) en un sinfín de controversias. Sin embargo, el llamado "caso Morla" tiene otros vértices y otros actores cuyo testimonio, al parecer, no se han tenido en cuenta.
Para contrastar y comentar el "caso Morla" debemos conocer el testimonio de un testigo fundamental durante el segundo intento de asilo de Miguel en la Embajada chilena. Se trata de Antonio Aparicio, amigo de Miguel y también de Neruda y que al igual que éste último, con su escrito provocó más de un equivoco en la biografía hernandiana. Veamos y comentemos parte de lo que dijo Antonio Aparicio en el capítulo IV de su ensayo:
Había salido de la cárcel en forma inverosímil. Es necesario tratar de formarse una idea aproximada de cuál era el grado de amontonamiento de presos en las cárceles españolas durante los años que siguieron a la caída de la República, para aceptar que un simple error de administración, tal vez una confusión de nombres, hiciera posible que un hombre sometido a larga condena viera abrirse de pronto ante sí las puertas de la prisión. Miguel mismo no había salido todavía de su sorpresa. Había estado hundido en el fondo del cautiverio más negro.
(...)
La única salvación era salir de España y para conseguirlo no había otro recurso que el asilo en una embajada. ¿Por qué este asilo le fue negado? ¿Por qué se cerraba a Miguel Hernández las puertas de una embajada que había asilado, durante la guerra, a más de dos mil falangistas, usando para ello no sólo el edificio de la embajada sino también la casa personal del embajador Señor Carlos Morla Lynch -calle de Hermanos Bécquer, número 8- y hasta una o dos casas alquiladas con tal fin, a las que se puso bajo la protección de una bandera chilena? Lo cierto es que Miguel Hernández, después de pisar por algunos momentos el suelo seguro de la embajada de Chile, en Madrid, debió abandonarla y caer otra vez en la encrucijada tenebrosa de la huida constante, sintiendo tras sí, un día y otro, los pasos de la policía fascista que no tardarían en volver a tenerlo entre sus redes. ([Nota en el ensayo de Antonio Aparicio]. Estaba en aquella fecha al frente de la Embajada de Chile en Madrid, el Encargado de Negocios señor Germán Vergara Donoso, amigo de altos dirigentes de la Falange Española, como Víctor de la Serna, Sánchez Mazas, Eugenio Montes, José María Alfaro y otros. Es posible que el deseo del señor Vergara fuera dar asilo a Miguel, pero no lo hizo. ¿Fue esa la orden recibida de Santiago de Chile? ¿Fue obedeciendo a presiones de la Falange Española, no saciadas aún con el famoso crimen de Granada?) Y así fue. Volvió a caer preso y entonces sobrevino la condena a muerte, conmutada más tarde por la de cadena perpetua, y, dos años después, tras cruentos martirios, su fallecimiento en marzo de 1942.
(...)
Abandonado por todos, ni una sola mano se acercó para recoger las lágrimas de quien decía de sí: ...vuelvo a llorar, desnudo como siempre he llorado.

En su escrito, Aparicio duda de un simple error administrativo o una confusión de nombres, como causa de la puesta en libertad de un hombre sometido a una larga condena. Es razonable la duda, pero al parecer, con datos y testimonios aparecidos después de 1953, fecha de su escrito, esa fue la causa de la libertad de Hernández. Por lo demás, Hernández, en esa fecha, no estaba sometido a una larga condena. También hace alusión al número de falangistas asilados en la Embajada y en otras casas alquiladas. Más de dos mil, dice muy escueto.
No sólo falangistas se asilaron en la Embajada de Chile. También entraron quintacolumnistas, espías y numerosos nazis alemanes, entre ellos algunos aviadores de la Legión Cóndor. En julio de 1939, después de que Hitler se hubiera anexionado Austria, después de que los nazis alemanes invadieran Checoslovaquia y la invasión de Polonia fuera ya un secreto a voces, Carlos Morla Lynch fue condecorado con la Orden del Águila, en nombre del Canciller Adolf Hitler, por el Secretario de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores, Ernst von Weizsaecker. El diplomático chileno recibió esta distinción: por los valiosos servicios prestados en Madrid durante la guerra civil española, en el curso de la cual prestó su apoyo a los ciudadanos alemanes allí residentes.
Sabemos que Miguel Hernández no estaba tan solo y abandonado como señala Aparicio. Algunos biógrafos se empeñan en demostrar que sus compañeros lo abandonaron a su suerte. José Luis Ferris, haciéndose eco de aquellos que sostienen que ni siquiera estaba en la lista de recomendados por la Alianza de Intelectuales para asilarse en la Embajada de Chile, anota en su libro:
Según las confesiones de María Teresa, "Miguel Hernández apenas contestó a nuestro abrazo cuando nos separamos en Madrid. Le habíamos llamado para explicarle nuestra conversación con Carlos Morla ... Miguel se ensombreció al oírlo, acentuó su cara cerrada y respondió: Yo no me refugiaré jamás en una Embajada. Me vuelvo al frente... ¿Y vosotros?, nos preguntó. Nosotros tampoco nos exiliaremos. Nos vamos a Elda, con Hidalgo de Cisneros. Miguel dio un portazo y desapareció". El texto no tiene desperdicio y aporta algunas claves que pudieran haber cambiado el destino de Hernández... Por último -he aquí lo relevante del asunto- Miguel, que había entrado en el Partido Comunista de la mano de María Teresa León y Rafael, que había estado unido a los altos mandos del ejército republicano, ...era abandonado a su suerte para que se refugiara en una Embajada que no ofrecía demasiada seguridad y que para ellos no era otra cosa que limosna o inadmisible gesto de piedad. (Ferris, 404)

En algo tiene razón Ferris, el texto no tiene desperdicio. Por eso no nos explicamos la omisión de tres frases en la cita. El texto de María Teresa León dice: Miguel Hernández apenas contestó a nuestro abrazo cuando nos separamos en Madrid. Le habíamos llamado para explicarle nuestra conversación con Carlos Morla ... Miguel se ensombreció al oírlo, acentuó su cara cerrada y respondió: Yo no me refugiaré jamás en una Embajada. Me vuelvo al frente. Nosotros insistíamos: Ya sabes que tu nombre está entre los quince o dieciséis intelectuales que Pablo Neruda ha conseguido de su Gobierno que tengan derecho de asilo. Miguel se ensombreció aún más. ¿Y vosotros?, nos preguntó. Nosotros tampoco nos exiliaremos. Nos vamos a Elda, con Hidalgo de Cisneros. Miguel dio un portazo y desapareció.
De la cita completa se desprende claramente que el nombre de Miguel estaba entre los recomendados a Morla.
Por su parte, Pérez Álvarez, además de acometer contra Neruda, también arremete contra Alberti en sus cargos. Dice: En cuanto a las gestiones que se ha querido apuntar Alberti sobre el posible asilo de intelectuales, especialmente sobre Miguel, oigamos lo que dice el señor Morla:
"Las peticiones de asilo siguen; anoto aquí las que me vienen a la memoria. El poeta don Rafael Alberti me recomienda a varias personas que pertenecen a la Alianza de Intelectuales, que quedan aceptadas: don Fernando Echeverría, Ingeniero de Fortificaciones; Pablo de la Fuente, escritor y don José Miñano, Secretario de la Alianza".
De Miguel nada. No figura, como se ve, entre sus recomendados.
Sin embargo, en la cita de Morla, que hace Pérez Álvarez, dice claramente que la lista que anota es las que me vienen a la memoria. No es una lista rigurosa ni exacta, lo dice el mismo citado.

Respecto al primer intento de asilo de Hernández, José Luis Ferris señala en su biografía que: El problema que se plantaba entonces, y del que Miguel fue consciente desde el primer momento, era la falta de garantías que podía ofrecer en aquellos momentos la Embajada chilena. Partimos del dato de que el Gobierno de Chile no estaba dispuesto a crearse problemas con el nuevo régimen político español y mucho menos por causa del asilo diplomático. Ello provocaría medidas muy restrictivas del Ministerio chileno de Relaciones Exteriores, reduciendo a lo meramente imprescindible el número de personas que pudieran ser acogidas en la sede de su Embajada. (Ferris, 402)
No nos parece acertada la afirmación. El nombre y número de asilados republicanos obedeció en gran parte a la voluntad de Morla. Es más, no conocemos testimonios de personas a las que se les negara el asilo, excepto los que señala el propio Morla: Quiero anotar, en calidad de dato curioso, que he amparado a gente que, a mi juicio, lo merecían, contrariando la opinión y los deseos expresados por las propias autoridades republicanas. (...) Me niego terminantemente a recibir a diversos maleantes, individuos sin ley ni patria, cuyos crímenes me consta. Por otra parte, dada la fuerte represión franquista y el no reconocimiento del derecho de asilo, ninguna embajada estaba en condiciones de ofrecer garantías a los asilados. No fue sólo a Miguel Hernández a quien se advirtió de la frágil seguridad que podría ofrecer la Embajada chilena. Morla señala en su memoria que cuando se vislumbró el final de la guerra, a nadie que lo mereciera le fue negado el asilo, pero a todos se les advirtió que, dadas las circunstancias del cambio político en Chile, no podíamos asegurar que, a la caída de Madrid, fuera reconocida inmediatamente la entidad triunfante. En ese caso el asilo en nuestra Embajada, más que un refugio, podía constituir, quizá, un mayor peligro. La salvedad quedaba hecha y, gracias a ella, sin haber rechazado nunca el auxilio que se nos pedía, el número de refugiados no pasó, en total, de 17. (Morla, 137)
Aparicio habla de 18 personas, Morla, en este caso, habla de 17. El número de 18 personas corresponde a los 17 asilados republicanos españoles: Antonio Aparicio, Santiago Ontañón, Antonio de Lezama, Pablo de la Fuente, Fernando Echeverría Barrio, Edmundo Barbero; Arturo Soria, los hermanos Aurelio y Julio Romeo del Valle, José García Rosado, Esteban Rodríguez de Gregorio, Luis Vallejo, Antonio Hermosilla Rodríguez, Luis Hermosilla Cívico, José Campos Arteaga, Luciano García Ruiz y Eusebio Rebollo Esquevilla, más el poeta chileno Juvencio Valle, quien también permanecía refugiado en la Embajada.
Dos párrafos más abajo de la cita anterior, Morla señala algo que generalmente se tiende a ignorar cuando se le cita y son las recomendaciones del Gobierno del Frente Popular chileno, donde si estaba la mano de Neruda: Por recomendación de mi Gobierno atendí, con especial interés, a los miembros de la "Alianza de Intelectuales de Madrid" que solicitaron, en esta emergencia, la hospitalidad de la representación de Chile. (Morla, 137)
En el caso de Miguel Hernández, que es el que nos ocupa, como sabemos llegó a Cox el 13 de marzo, sin embargo, en Chile, recién el día 30 de marzo la Cancillería recibió los primeros cables en los que Morla daba cuenta de la entrada de asilados republicanos en la Embajada. Con algunos errores respecto a la ocupación de los asilados, así lo recogía la prensa chilena el día 31: En la Cancillería se recibieron ayer varios cablegramas enviados por el Encargado de Negocios en Madrid, don Carlos Morla Lynch, en los que da cuenta que han buscado asilo en la Embajada numerosos jefes militares y dirigentes de organizaciones políticas y obreras del Gobierno Republicano, ante el temor de posibles represalias.
En virtud de estas comunicaciones, el Canciller, señor [Abraham] Ortega, envió un cablegrama al señor Morla Lynch, pidiéndole informar detalladamente de todo lo relacionado con este asunto, a fin de que nuestro Gobierno pueda determinar su actitud con respecto a los refugiados leales.
Extraordinariamente hemos sabido que la Cancillería tendría el propósito de conceder una larga licencia al señor Morla Lynch, a fin de que pueda trasladarse al país para reponer su salud quebrantada por la intensa labor que ha desarrollado en Madrid durante estos últimos dos años.
En tal caso, según se dice en algunos círculos, se nombraría Agente Diplomático de Chile en España al señor Enrique Gajardo, actual representante oficioso ante el Gobierno de Burgos, y Delegado de Chile ante la Liga de las Naciones.
Dos afirmaciones de Ferris en su biografía, merecen un comentario. Un de ellas es cuando sostiene que: Para el diplomático, [Morla Lynch] aceptar a Miguel en su lista de refugiados era una grave responsabilidad, esencialmente por la destacada envergadura política que el oriolano había adquirido. (Ferris,403). La otra dice relación con la negativa gubernamental (Republicana) de otorgar pasaportes a los hombres en edad militar. La aclaración a ambos puntos está en el informe de Morla Lynch: En vista de la situación en que se encuentra [Miguel Hernández] le digo que, llegado el momento de la hecatombe final, se asile en la Embajada. Días después, preocupado por el muchacho, mando llamar a Juvencio Valle. Me dice que Hernández ha declarado que no "se albergará en sitio alguno porque lo considera como una deserción de última hora". No ha tomado ninguna medida de precaución. Le envío con él una carta para el Gobernador Civil de Madrid, señor don José Gómez Osorio, a fin de que le facilite su salida de España en el momento oportuno para hacerlo. El Gobernador lo recibe unas horas después. Le escribo, asimismo, al Comisario General de Seguridad, quien está dispuesto a concederle un pasaporte pero desaparece y no vuelvo a verle por más esfuerzos que hago para dar con su paradero. (Morla,140) Es decir, Miguel contaba con una oferta de asilo y también con un pasaporte. Lamentablemente, no supo presentir el trágico calvario que le esperaba.
El problema de los refugiadoss supuso un escollo para las buenas relaciones entre ambos países desde el momento en que Chile no renunció a ejercer el derecho de asilo, reconocido por los países latinoamericanos, pero no por España. Se agudizaba así el razonable argumento de Morla: Si el Gobierno de Chile, a la caída de Madrid no reconocía inmediatamente al Gobierno de los vencedores, el asilo otorgado resultaría nulo, aún más, constituiría un mayor peligro.
La Embajada de Chile en Madrid sufrió cuatro intentos de allanamientos para sacar por la fuerza a los refugiados republicanos. Vergara Donoso no tomó las drásticas medidas que dos años antes había tomado Aurelio Núñez Morgado, el Embajador de Chile que asiló a los franquistas. Por el diario de Morla Lynch, deducimos que Vergara Donoso era bastante más "inocente" que Núñez Morgado. Morla, en su diario, señala que en la Embajada chilena, en tiempos de Núñez Morgado, había gran cantidad de armas que el Embajador Núñez Morgado había traído de Alemania. (Morla, 96). También dice saber que: en las cajas de fierro de la Embajada, de propiedad del Sr. Núñez Morgado, existen algunas joyas y valores recibidas en custodia por él, de los cuales sacó gran parte al extranjero. (Morla, 99)
El Gobierno del Frente Popular chileno, triunfante en las elecciones celebradas el 25 de octubre de 1938, asumió sus funciones el 24 de diciembre del mismo año, sólo tres meses antes de la caída de Madrid. A excepción de México, fue de los últimos gobiernos en reconocer oficialmente a Franco. Esto sucedió el 5 de abril de 1939, (no el 20 de abril, como señala Ferris), un día después de que los nacionales asaltaran la embajada de Panamá en Madrid y apresaran a los once refugiados republicanos asilados en ella. Panamá no había reconocido al gobierno de Franco y, por lo tanto, no le asistía protección diplomática.
El primer paso para el reconocimiento fue un cable enviado a Morla en el que le solicitaban que adelantara a las autoridades el reconocimiento de Chile al Gobierno franquista. Además le ordenaban la entrega de la embajada al nuevo titular, Enrique Gajardo, quien desde el 1º de marzo de 1938, se había desempeñado como agente del Gobierno chileno con el gobierno de Burgos. Mientras, en Santiago de Chile, Rodrigo Soriano, último Embajador de la República, entregaba la embajada española a las autoridades chilenas para ser sustituido por su reemplazante nacionalista. La declaración oficial conjunta fue fría y escueta, en contraste con la nota del Canciller chileno a Soriano, a quien se dirigió con el tratamiento debido a un representante en el ejercicio de sus funciones y en los términos más elogiosos.
El mismo día 5 de abril, fecha del reconocimiento, la Embajada chilena sufrió un atentado perpetrado por la policía franquista. Enrique Gajardo, al día siguiente, decidió trasladar su alojamiento a la Embajada para salvaguardar a los asilados.
El reconocimiento al régimen de Franco no varió las malas relaciones que ya se vislumbraban. En Chile continuaron las manifestaciones anti franquistas alimentadas por los intelectuales, por el Frente Popular, la Confederación de Trabajadores y los exiliados republicanos, amparados todos ellos por el Gobierno. Tampoco varió la posición chilena en su firme defensa del derecho de asilo y, de algún modo, tampoco varió la posición española en su desconocimiento del mismo . Las relaciones entre ambos países, por causa de los 17 asilados, navegarían por aguas tormentosas durante muchos meses. Al cabo de un año ya estarían rotas otra vez.
El reconocimiento del nuevo Gobierno español por parte de Chile, en cierto modo, fue un trámite para salvaguardar la seguridad de los asilados. El dato de que el Gobierno de Chile no estaba dispuesto a crearse problemas con el nuevo régimen político español y mucho menos por causa del asilo diplomático, que dice poseer Ferris, como vemos, no se sustenta.