lunes, 8 de febrero de 2016

Fernando Cuadra y el Teatro Experimental

En el verano de 1941 se fundó en Santiago el Teatro Experimental de la Universidad de Chile, movimiento artístico que sirvió de ejemplo a muchas iniciativas similares en Chile y en América Latina. Los fundadores, estudiantes de Filosofía, Pedagogía, Leyes y Bellas Artes, mataban la sed y el hambre en el Café Iris, donde, tertulia tras tertulia acabaron por echar las bases del nuevo Teatro, que con el correr del tiempo se convertiría en el Instituto del Teatro de la Universidad de Chile. Entre los fundadores encontramos nombres como el de Roberto Parada, María Maluenda, María Cánepa, Chela Álvarez, Bélgica Castro, Pedro Orthous, Jorge Lillo y Rubén Sotoconil. Pedro de la Barra fue su primer director, elegido de una terna en la que además figuraban Héctor del Campo y José Ricardo Morales. También entre los fundadores del Teatro Experimental, además del dramaturgo y luego profesor José Ricardo Morales, pasajero del mítico “Winnipeg”, figuraban otros republicanos españoles exiliados en Chile; como asesor literario estaba el profesor de castellano y brillante conocedor de la literatura española del Siglo de Oro, Abelardo Clariana y Santiago del Campo, como maestro de ceremonias. Nos resulta entrañable señalar que los primeros ensayos de los jóvenes del Teatro Experimental se realizaron en el local de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, que había fundado Pablo Neruda en 1937.
El estreno de la compañía fue la mañana del 22 de junio de 1941, en el teatro "Imperio". El primer programa incluía “La guarda cuidadosa”, de Miguel de Cervantes, dirigida por Pedro de la Barra y “Ligazón”, de Ramón del Valle‑Inclán, dirigida por José Ricardo Morales. Señalar que en la obra dirigida por Morales actuaban entre otros, María Maluenda y el mismo Pedro de la Barra.
El Teatro Experimental buscó las raíces en la corriente española de los teatros universitarios, iniciada por Federico García Lorca con su mítica compañía de teatro La Barraca. Los jóvenes universitarios chilenos rescatan y reactualizan el teatro clásico español, lo revitalizan, lo hacen vivir ante públicos muy diversos. Esa experiencia la recogen también del teatro El Búho, de la Universidad de Valencia, en la que participaron Max Aub y José Ricardo Morales.
Al comienzo de la década del '50, el Teatro Experimental se había consolidado y ya poseía un inmenso prestigio, sin embargo, nunca habían actuado fuera de la capital. El estreno en provincia tuvo lugar en Rancagua, el miércoles 1º de octubre de 1952. Enmarcado en las actividades “octubrinas” (Aniversario de la defensa de la ciudad por O'Higgins), en el Teatro Apolo se estrenó “Las murallas de Jericó”, obra de Fernando Cuadra, un dramaturgo nacido en Rancagua y que por esa fecha aun no cumplía los veinticinco años.
Por esos años, uno de los medios escritos más leídos en el país era el semanario Vistazo, dirigido por el periodista y escritor Luis Enrique Délano. En la nómina de la revista figuraban nombres señeros del periodismo, como Ricardo García, luego convertido en el primer disc-jockey chileno y creador del festival de Viña del Mar; José Miguel Varas, futuro Premio Nacional de Literatura; Tito Mund, una leyenda del periodismo.
Hablamos de Vistazo porque esta revista consigna en sus páginas una extensa nota dando cuenta del estreno de la obra de Fernando Cuadra por el Teatro Experimental. Señala en su edición del 7 de octubre de dicho año, que la presentación constituyó un evento único en la historia artística de Rancagua y dan cuanta de las entrevistas a diferentes personalidades de la ciudad que asistieron al Teatro: “El primero en contestar a nuestras preguntas fue el propio Fernando Cuadra, en los momentos en que aun no salía de la emoción que le produjo la tremenda y clamorosa ovación que el público le tributó de pie, al finalizar la interpretación de su obra.
-¿Cómo se siente, Fernando, para una declaración rápida para Vistazo?
-Emocionadísimo, como ustedes pueden verlo y orgulloso por la magnífica y real interpretación que el Teatro Experimental ha hecho de mi obra. En este momento siento como nunca el orgullo de haber nacido en Rancagua, pues esta noche he comprobado la alta cultura de este pueblo al que he ligado mi existencia artística y al que agradezco profundamente la demostración de cariño que me dio durante el desarrollo de esta obra que dedico con todo amor a mi ciudad natal.
Y después ya no podemos seguir hablando con el joven dramaturgo, pues el público lo rodea para abrazarlo y estimularlo en su carrera artística.”
Entre los asistentes; dos escritores, Nicomedes Guzmán y González Labbé, quienes expresaron su fascinación por la brillantez de la obra y su representación. González Labbé, por su parte, añadía un agradecimientos: “En Rancagua tenemos que agradecer tanto a Fernando Cuadra como al conjunto del Experimental por la espléndida presentación de esta obra, que ha sido recibida con verdadera emoción y que el público entendió muy bien, a pesar de lo difícil del libreto. Feliz Miranda, presidente del grupo intelectual “Los Inútiles”, expresó: -Muy buena, magnífica. María Maluenda, la mejor, Parada y en general todos, muy bien. La escenografía esplendida.”
Sin duda, Fernando Cuadra era el más ovacionado de la noche, sin embargo, ahí estaba Rubén Sotoconil y también el director del Teatro Experimental, Jorge Lillo: “Sotoconil nos dice que el autor es una esperanza para Chile, un ejemplo de hombre creador. Será un gran dramaturgo del pueblo, remató. Jorge Lillo nos manifiesta con emoción que la obra quedará grabada en la historia artística de Chile. Fernando Cuadra es un dramaturgo joven, que llegará muy lejos.
A la semana siguiente, la revista anunciaba el estreno de la obra de Cuadra en el Teatro Municipal de Santiago. Ese año de 1952, el eatro Experimental estreno cuatro autores: George Bernard Shaw, Lope de Vega, Daniel Barros Grez y Fernando Cuadra.