viernes, 10 de junio de 2016

Una carta de Luis Enrique Délano a Pablo Neruda



La amistad entre Pablo Neruda y Luis Enrique Délano se remonta a los años en que el poeta se disponía a salir para Rangoon, donde había sido destinado como cónsul. De hecho, ya en 1927, ambos muy jóvenes aún, tenemos muestras de este mutuo aprecio. Délano, en su libro de memorias Aprendiz de escritor, recuerda un regalo que le hizo Neruda con motivo de su viaje a Oriente:

Ese año partió al Oriente designado cónsul en Rangoon. Antes de irse me regaló una mesa pequeña y una silla negra, alta de respaldo, que le había hecho Pachín Bustamante, que además de gran pintor era tallador, ebanista, carpintero, etc. Andando los años le regalé la silla a un amigo. La mesa, que todavía conservo, ha resistido varias capas de pintura. Le dieron a Pablo un gran banquete de despedida en una quinta de los alrededores, del que existe una divulgada fotografía. No pude ir por una razón muy simple; no tenía dinero para pagar la cuota.

Huelga decir que la amistad entre Délano y Neruda comienza basándose en la devoción que ambos profesan por la literatura y la admiración que despertaba el poeta en el joven aprendiz de escritor. A lo largo de los años esta amistad se iría estrechando en largas horas de convivencia; primero en Madrid, donde Neruda fue designado cónsul en reemplazo de Gabriela Mistral y Délano, ya colaborador de la poetisa, siguió ocupando el cargo con el nuevo titular. Luego en la larga convivencia en México, donde ambos desarrollaban cargos diplomáticos. No cabe duda que el testimonio de Luis Enrique Délano constituye un punto de referencia obligatorio en cualquier acercamiento biográfico a la vida y obra de Pablo Neruda.

A partir de 1937 se introduce un elemento vinculante en sus relaciones, que si bien refuerza la amistad personal, les une en un vínculo aún más estrecho que ese; Me refiero, claro está, a la lucha politizada en dos frentes paralelos que tenían su punto de encuentro en Europa, pero cuyas ramificaciones llegaban a Chile como a toda América. Por un lado estaba el fuerte impulso que ambos dieron en Chile a la solidaridad con el gobierno republicano español en plena guerra civil y por otra, la lucha frontal contra la introducción y expansión del nazismo en Chile. Estos dos frentes se canalizaban de forma organizada en la Alianza de Intelectuales de Chile y se reflejaban con toda su fuerza en su órgano de difusión; La Aurora de Chile.

Si bien es cierto que la guerra civil en España terminó con la derrota de los republicanos, no podemos olvidar que en Chile, la contienda política en la que participaban Neruda y Délano, terminó con el triunfo del Frente Popular, encabezado por Pedro Aguirre Cerda, que con el correr de los años y revisando las estadísticas del siglo, se ha convertido en uno de los mejores gobierno que ha tenido Chile en toda su historia.

El texto de esta carta inédita sitúa a Délano, su mujer Lola Falcón y el pequeño Poli, hijo de ambos, a bordo del barco italiano "Virgilio". La familia se había embarcado en el puerto de Marsella, al que llegó acompañado de Pablo Neruda, en los primeros días del mes de diciembre del año 1936. Viajaban de regreso a Chile después de casi tres años de estadía en España. Ahí Délano asistió a clases en la Universidad Central de Madrid, donde tuvo de profesor al poeta Pedro Salinas y como compañero de aulas al escritor Camilo José Cela; desempeñó su cargo de canciller del consulado chileno; nació su hijo Poli y, finalmente, el 18 de julio, los pilló en Madrid la guerra civil.

La carta
 
19 de diciembre de 1936
Querido Pablo:
 
Pasado mañana llegaremos a Colón, donde pienso poner esta carta al correo. Hemos hecho hasta aquí un viaje de perros, en las pocilgas que Ud. vio, y que vistas son casi una delicia, después que uno las ha sufrido y olido. Va con nosotros la gente más inmunda que Ud. se puede imaginar, se suenan con las manos y echan los mocos en el suelo que uno tiene que pisar; es una especie de legión extranjera de la mugre y el mal olor. Con el calor del trópico, aquello no se puede aguantar. Yo duermo todas las noches sentado en una silla en cubierta y como casi todas las noches llueve, me convierto en una sopa. Lola, por su parte, ha pasado las de Caín. Al lado de su cama va una mujer con media docena de chiquillos a los cuales hace mear y cagar en el suelo. Cuando hay mal tiempo y la gente se marea, aquello es un pozo de vómitos sencillamente indescriptibles. Y lo peor de todo es saber que nuestros pasajes son ahí, en el camarote común. A las pocas horas de navegar me llamó el comisario de la tercera clase para decirme que había una cama en una cabina de mujeres, donde podría ir Lola, pero que como el Gobierno había pagado sólo doce libras yo tendría que abonar la diferencia, diez dólares, que por cierto no llevaba. Le prometí pagárselos en el primer puerto chileno, pero no aceptó. Fui a hablar con el contador, aquel señor que tantas disculpas daba al cónsul Bazán, quién ni siquiera me quiso escuchar, tratándome poco menos que a patadas. Nos sentimos los seres más desgraciados del mundo a bordo de este buque. Las pulgas y los piojos son la orden del día en nuestros camarotes. Mi niñito se ha llenado de granos. Hay dos baños, cuatro escusados y siete lavabos para 251 personas. El agua está racionada hasta Colón y uno sólo puede lavarse, bañarse o beber entre 6 y 8 de la mañana. La comida es malísima. me parece que D. Arturo1 no la aguantaría. En Colón hablaré con el Ministro de Chile y en el peor de los casos haré de tripas corazón y le pediré 20 dólares prestados, si no me llegan los que pedí a Chile. Es un horror. Me gustaría mucho que D. Tulio2 conociera esta descripción que le he hecho y que es verdaderamente pálida al lado de la realidad. No por mi, naturalmente, porque cuando esta carta le llegue a Marsella, ya habré terminado el suplicio, sino por todos los pobres desgraciados chilenos que tienen la desgracia de quedarse en el extranjero sin plata. Me parece que la Compañía Italiana podría portarse de otra manera, humanizar un poco las pocilgas, arreglar la comida y cambiar el trato a la gente, aquí donde hasta los camareros que sirven en el comedor se creen con derecho a tratar mal al pasaje. Desde luego yo estoy dispuesto a escribir, ya sea directamente en un articulo o bien en un cuento toda la miseria que he visto y sufrido a bordo del Virgilio.

Van algunos chilenos, un profesor que viene de Alemania, compañero de Díaz Casanueva. Ayer en La Guaira, vinieron a verlo abordo Fuentes Vega,3 Naveas y otros amigos a quienes tuve el gusto de abrazar. Al lado de los pasajeros del Virgilio el chileno más bruto y solemne resulta simpatiquísimo. Por cierto que en La Guaira, no nos han dejado bajar, ni siquiera para comprar cigarrillos. Después de 15 días de viaje,4 habría sido agradable bajar. Pero ¡Qué diablos! es la solidaridad americana. Prefieren que baje el judío de segunda antes que el sudamericano de tercera. Tienen temor de que uno se quede, como si alguien pudiera quedarse en esas tierras del diablo. Los profesores chilenos están hasta la coronilla de Venezuela, del Gobierno y de los frailes, que no los dejan vivir. González Vera parece que se irá pronto a Chile. Rómulo Gallegos piensa también ir pronto a nuestro país.

En este barco existe el fascismo más desenfrenado. El comedor, la cantina, todo, está presidido por retratos de Mussolini. Antenoche hubo una fiesta en segunda. Un español se vistió de oficial y gritaba: ¡Viva Italia, España, Alemania, Portugal! ¡Viva el fascismo internacional!5 A Madrid podría ir a gritar eso, en vez de los moros y los legionarios. Las noticias de España que publica el periódico de a bordo son muy optimistas para ellos, pero por los profesores chilenos ha sabido de que por el contrario, la guerra está siendo favorable al Gobierno. Van aquí muchos españoles con quienes me he peleado. Aunque me había propuesto no discutir ni hablar una sola palabra, no he podido resistir cuando le contaban a la gente que en las carnicerías de Valencia vendían carne de cura a 30 céntimos la libra y que en Madrid fusilaban a los niños en masa. Son cosas que sublevan la sangre.

Estoy escribiendo mi libro sobre España. Por fortuna el profesor chileno lleva esta máquina de escribir.6 Espero tenerlo bien avanzado cuando llegue a Chile.7

He tenido la vaga esperanza de saber algo de Ud. en Colón. Pueda ser que el Ministro tenga alguna noticia. Estoy ansioso de saber si lo han dejado en Marsella o si por el contrario, insisten en castigarlo.8 Escríbame por correo aéreo a Chile, para tener noticias a mi llegada, si Ud. quiere a casa de mi hermana en Valparaíso, donde iré a mi llegada: Camino Real 1884, Recreo, o a Vicuña Mackenna 1525 en Santiago. No se le olvide que estoy dispuesto a organizar una campaña tremenda para su defensa, en el caso de que los rosses y palomos quieran meterse con Ud.
Esperamos de todo corazón, Lola y yo, que Malvita esté bien, ya en Montecarlo9 y camino del restablecimiento definitivo. Nosotros no hemos tenido mucha suerte con Policarpo.10 Primero le supuró el oído, luego le salió un furúnculo en la cabeza, después con el calor se ha llenado de zarpullidos y ahora está con diarreas. También se cayó de la cama y se hizo un cototo en la frente. A pesar de todo, el pobre no pierde su buen humor y es la verdadera sensación de la tercera clase. Todos lo adoran y lo quieren tener en brazos. Naturalmente nosotros tenemos que pedir certificado de higiene a quien lo quiera coger.

¿Qué es de la Hormiguita?11 Queremos tener noticias de ella, de lo que hace y si ha salido de España. Que nos escriba. Déle mi dirección en Chile. Y no se olvide de que, si los cabrones que nos gobiernan quisieran quitarle su puesto, podríamos vivir juntos y felices en Chile por lo menos hasta que el Frente Popular triunfe.
Un apretado abrazo de su compañero y amigo.

(Délano firma con su ancla distintiva y continúa)

Muéstrele a Maquieira la parte de esta carta que se refiere al Virgilio. Creo que él excusará las palabrotas, que son un mínimo y justo desahogo.
Saludos a Marruca. (sic)

1 Se refiere al entonces Presidente de Chile, Arturo Alessandri Palma.
2 Se refiere a Tulio Maquieira, Cónsul General de Chile en España. Por lo tanto, superior inmediato de Neruda en el escalafón diplomático. El Consulado General de Chile en España tenía, y tiene aún, su sede en Barcelona.
3 Délano se refiere al poeta Salvador Fuentes Vega que por entonces estaba en Venezuela. El escritor había conocido a Fuentes Vega en su juventud, en el año 1926, cuando se iniciaba en la poesía, género que luego abandonó. Con él y con Gerardo Seguel, habían leído sus versos en un programa de la Radio Chilena llamado "Hora de Solveig", una especie de veladas literarias periódicas que organizaba la Asociación de Profesores.
4 Luis Enrique Délano y su familia, acompañados de Neruda, salieron de Barcelona con destino a Marsella el 30 de noviembre de 1936. Esta carta está fechada el 19 de diciembre. Si Délano cuenta 15 días de viaje, podríamos deducir la fecha del embarque en el "Virgilio" en el día 4 de diciembre de ese año.
5 Después de la despedida de Luis Enrique Délano a su antigua modalidad literaria, la de los "imaginista", y de su adscripción al realismo social, la relación entre política y ficción, entre novela y sociedad, entre el escritor y su tiempo, son temas que juegan un papel visible en su vida y en su obra. En un pasaje de su novela, El Rumor de la Batalla (Editora Austral, Santiago, 1964), Délano nos hace ver la diversidad de opinión en la tripulación de un barco italiano que había salido de Marsella, y traía a cuatro chilenos que habían combatido en la Guerra Civil Española. En esa historia, el camarero del bar de a bordo se descubre ante los combatientes de las Brigadas Internacionales:
-¿Los señores son los que vienen de España, del lado republicano?
Los chilenos se miraron en silencio. Por fin el doctor Moreno afrontó la pregunta.
-Si -dijo-, exactamente.
-Ah, pues tendré un gran placer en servir a los señores... Créanmelo... No todos los italianos son como los que están en España, al lado de Franco... Y de esos, muchos no están tampoco por su gusto.
Pedro Farias lo miró sin poder disimular su interés.
-Entonces, usted... ¿no es fascista?
-No, claro que no. A veces -dijo con locuacidad un poco triste- usted podrá verme hacer el saludo fascista a los oficiales de la nave... No hay más remedio. Tengo que conservar mi empleo. Pero no soy fascista y, más aún, odio a los fascistas, como muchísimos italianos.
6 Efectivamente la carta está escrita a máquina aunque, en su parte final, hay un saludo de Lola Falcón a Neruda y su familia escrita con lápiz grafito.
7 De hecho, el prólogo de su libro 4 Meses de guerra civil en Madrid (Memorias. Editorial Panorama, Santiago, 1937.), está fechado en Altamar, el 10 de diciembre de 1936. Délano lo titula "Prólogo escrito en el mar".
8 El castigo a Neruda, al que alude Délano, en realidad persistía. El Gobierno chileno, encabezado por Arturo Alessandri Palma, simpatizaba con el bando franquista en el conflicto español. Neruda, abiertamente, se alineaba con el Gobierno republicano. El poeta, primero a través del Cónsul General, Tulio Maquieira, y luego directamente al Subsecretario de Relaciones Exteriores, (carta del 16 de diciembre de 1936) pidió un puesto consular en Marsella o en alguna ciudad cercana a España. El Subsecretario le ofreció, como única alternativa; la repatriación a Chile, naturalmente en la tercera clase de un barco italiano, como el que viajaba Délano. La carta respuesta del Subsecretario, (23 de diciembre de 1936) alude a "circunstancias muy poderosas" que impedían una nueva designación:
"Ya el Cónsul General, señor Maquieira, me había escrito en el mismo sentido en que lo hace usted y, desgraciadamente, no me fue posible acceder a su pedido. Nuevamente, lamento no poder satisfacer este deseo suyo y créame, mi amigo, que, si circunstancias muy poderosas no me lo impidiesen, ya habría usted recibido la designación que desea".
"En estas circunstancias, he creído que lo más acertado sería dar los pasos necesarios para que usted regresase a Chile y, en atención a que la ley no permite que el fisco cancele los gastos de movilización de los cónsules de elección y honorarios, no me ha quedado otro camino que ordenar su repatriación."

Más adelante, después de la conferencia pronunciada por Neruda en París (20 de enero de 1937) explicando el por qué de su cambio en la poesía y el asesinato de su amigo, Federico García Lorca en España y luego del verdadero protagonismo adquirido entre los intelectuales, el Gobierno chileno ofreció repatriarlo en las condiciones que él quisiera. Traslado que el poeta no aceptó. Por esos días Neruda ya trabajaba en la organización del Congreso de Intelectuales Antifascistas que se celebraría en Barcelona, Valencia y Madrid.
9 María Antonieta Hagenaar (Maruca) y su hija, Malva Marina, por esos días ya se encontraban en Montecarlo residiendo en el departamento de unos amigos holandeses, los Van Tricht. Neruda las había acompañado en el viaje el día 8 de diciembre y se había vuelto a Marsella al día siguiente. El matrimonio estaba definitivamente roto. A los pocos meses Maruca y su hija se trasladaron a La Haya. Esa sería la última vez que Neruda vería a su hija, quien murió en Holanda el 2 de marzo de 1943.
10 Policarpo, Poli Délano, nació en Madrid, el 22 de abril de ese mismo año, por lo tanto en esos días tenía sólo ocho meses de edad.
11 Delia del Carril, la "Hormiguita", estaba aún en Barcelona. Neruda, en una carta escrita el 10 de diciembre de 1936, le dice: "Estoy en un hotel muy viejo junto al viejo puerto. Miro cada mañana los veleros. Qué bien estaríamos juntos, pero creo que es mejor aguantarse un tiempo más. Luego de reunirse en Marsella, en los primeros días del mes de enero del año 1937, Neruda y Delia del Carril se trasladan a París. Su primer domicilio en esa ciudad fue el Nº 7 de la Rue Belloni, la casa del pintor chileno Luis Vargas Rosas.